Aquellos que
en teoría, deberían tener intactas sus energías y proyectos para la vida se
encuentran vacíos, agotados de una vida que apenas acaba de comenzar.
Vayamos a lo
concreto.
Recientemente
se ha presentado el informe de la Fundación ANAR del 2022 que recoge datos
sobre las diferentes violencias que sufren niños, niñas y adolescentes en este
país. Entre otras cosas, esta entidad ofrece unas líneas telefónicas de ayuda
de donde han extraído los datos de dicho informe.
Por primera
vez desde que se recogen estos datos los problemas relacionados con la salud
mental (concepto ambiguo y extenso pero sobre el que podemos basarnos para
entendernos) ocupan el primer lugar. Por encima, incluso, de todo lo que tiene
que ver con la violencia física y el acoso. Pero no sólo eso, sino que dentro
del bloque de salud mental destaca sobremanera la conducta suicida (tanto lo
referido a la ideación como lo referido a los intentos reales).
Es sabido
por todo el que no quiera mirar hacia otro lado que el suicidio es una de las
causas de muerte más extendida en nuestra sociedad. En España se calcula (los
números siempre son estimaciones y casi siempre tirando por lo bajo) que se
suicida un ser humano cada dos horas. Por supuesto, parece lógico e inevitable
que una parte de ellos sean adolescentes y hasta niños.
Más allá de
las ideas de cada uno sobre el suicidio y lo que representa, la cuestión radica
en cómo es posible que en un momento en que lo tenemos todo (teniendo en cuenta
que vivimos en una sociedad donde tener y poseer lo es todo) y somos
inmensamente afortunados haya tanta gente que decida quitarse de en medio. Cómo
es posible que tantos jóvenes con todo un mundo por descubrir decidan no vivir
más.
No sólo el
suicidio se ve reflejado en este informe. También las autolesiones, la
violencia autoinfligida física y psicológicamente. Y tantos otros aspectos que
no aparecen citados pero que necesariamente concurren y ayudan a crear el
caldeo de cultivo necesario para llegar al horror estadístico que refleja el
informe.
Una ausencia
de solidez absoluta (lo líquido que diría Bauman) en las relaciones tanto
familiares como entre iguales. Una presión desmedida por parecer algo que no
son. Una competencia tan brutal como absurda por alcanzar objetivos impuestos
tan alejados de su realidad y tan cercanos al mismo tiempo gracias a la
realidad paralela vivida a través de las redes. Un mundo que les exige una
singularidad extraordinaria mientras los moldea como clones conduciéndolos a un
inevitable choque vital ante el que cualquier reacción es posible. Sí, la
muerte también.
Vivimos en
un mundo violento. Más allá de lo explícito y de lo que cualquiera podamos
entender por violencia. Vivimos en constantes relaciones jerárquicas que nos
impiden liberarnos. Exigidos por obligaciones, en muchos casos, impuestas
externamente que se sitúan muy por encima de nuestros deseos y nos hacen sentir
como normal un modo de vida absolutamente disfuncional.
Se nos
exige, en especial a los más jóvenes, responsabilidades por alcanzar o no unos
ideales basados en premisas que son pura fantasía. Es imposible que todos
seamos ganadores, no todos podemos ser triunfadores según los cánones del
sistema. Las propias reglas del juego exigen que para que haya vencedores tiene
que haber vencidos, y muchos. Es así de simple. Es la lógica de la guerra, la
lógica de la vida que nos está tocando vivir. En este marco bélico es imposible
que no exista el suicidio. No todo el mundo puede (ni está dispuesto a)
soportar la derrota, a caer en manos del enemigo. Y menos cuando todo y todos a
tu alrededor inciden en que es exclusivamente culpa tuya que eso sea así.
Este será
nuestro legado, una sociedad en la que muchos, cada vez más, de sus miembros
más jóvenes no querrán formar de ella y preferirán quitarse de en medio antes
que soportar el sufrimiento de este mundo sin alma.
4 comentarios:
Vivimos en una sociedad destruida, aniquilada, atomizada. Con enormes desigualdades sociales, despojo del bien común por parte de los capataces del sistema. Un modo de vida esclavo donde la mayor policía política son los medios de desinformación masiva y la difusión de prototipos de vida de gente feliz, guapa, egoísta, triunfadora, consumista... la ideología dominante que ya desde muy pequeños en las escuelas se va introduciendo en las mentes de los más pequeños como gota malaya... Niveles vergonzantes de suicidios que señalan el fracaso como proyecto humano. Se ha de estar muy bien mentalmente para poder seguir en pie en este campo de concentración global...
Saludos
Gracias por escribir textos como éste. Son muy importantes a pesar de lo que pueda parecer cuando nos perdemos en este océano cibernético donde los blogs ya no tienen tanta relevancia como otros medios.
Así es Ángel. No quito ni una coma de tu comentario.
Saludos.
Gracias a tí por dejar el comentario y tomarte el tiempo de leer lo que escribo.
Saludos.
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