En los últimos días hemos asistido a una nueva evolución de este sistema democrático que nos han vendido como el único posible. En una nueva vuelta de tuerca, los grandes capitalistas han decidido dejarse de farsas y pasar de las elecciones (la gran fiesta de la democracia, o eso nos dicen a todas horas) para colocar a los jefes de Gobierno de Grecia e Italia.
Tanto Papandreu como Berlusconi (tiene huevos que con todos los motivos que ha dado este energúmeno, para largarlo de su puesto y del planeta ya puestos, haya tenido que ser esa cosa llamada mercado financiero la que le haya hecho dimitir) han salido por la puerta de atrás a la mínima que no han seguido al pie de la letra los deseos de las instituciones financieras. En su lugar se ha colocado a dos personajes que son vendidos como “expertos” que han venido para salvar la papeleta de sus respectivos países. Veamos quiénes son estos salvapatrias.
Lucas Papadimos es un doctor en economía graduado en el MIT. Fue economista jefe del Banco Central Griego desde 1985 hasta 1993. A partir de 1994 y hasta 2002 fue el gobernador de dicho banco, desde ahí dio el salto y se convirtió en la mano derecha de Trichet en el BCE hasta 2008. Es decir, un artífice de la gran mentira económica griega y actor principal de la dictadura del BCE, tiene que salvar a Grecia del fondo del pozo donde ha contribuido sobremanera a meterla.
Mario Monti fue comisario europeo durante muchos años (con varios gobiernos italianos) además de rector de la universidad de Bocconi, en la Comisión europea ha tenido la máxima responsabilidad en áreas como mercado interior y competencia. Este buen hombre ha sido (o lo es) asesor de compañías como Coca Cola y Goldman Sachs (curiosamente durante la época en que este banco ayudó a expoliar a Grecia). Para mayor gloria, ha sido un miembro importante de la Comisión Trilateral cuyo objetivo principal es imponer el capitalismo salvaje por todo el mundo.
Situados los sujetos, no hace falta mucha imaginación para saber cuáles van a ser las políticas aplicadas a partir de ya en estos dos países: más de lo mismo tirando a peor, es decir, adiós a cualquier atisbo de justicia económica y derechos de cualquier tipo para el pueblo.
De todo esto, hay una conclusión inevitable y es que la democracia ha muerto y, por tanto, debemos abandonar toda esperanza de cambiar el sistema desde dentro. El último bastión democrático que le quedaba a todos aquellos que todavía tenían fe en este sistema de representación ha sido eliminado de un plumazo. Finalmente, hemos visto que la soberanía no reside en el pueblo sino en el gran capital. La voluntad del pueblo ha sido violada y aniquilada de un plumazo con la complicidad de políticos y medios de comunicación que no han tenido ningún rubor en legitimar lo que claramente es un Golpe de Estado.
La confirmación de que vivimos bajo el yugo de una dictadura es tan evidente que el circo electoral que estamos viviendo en España en estos momentos toma tintes dramáticos cuando veo a tanta gente con verdadera voluntad de cambio que todavía ve posible que todo se arregle con un resultado electoral favorable a un determinado partido (sea el que sea). Sólo el pueblo es el legítimo dueño de la soberanía y visto lo visto sólo la podrá ejercer cuando todos nos decidamos a tomar las riendas de nuestras vidas sin ningún tipo de intermediario o representante.
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