lunes, 20 de febrero de 2023

EN LA VIDA COMO EN TWITTER (o al revés)

Pasado ya cierto tiempo desde que uno de los máximos exponentes del Capitalismo más salvaje, Elon Musk, comprara Twitter. Como todo lo que hace este personaje ha sido un asunto rodeado de polémica. Relativa, la polémica depende de lo poco o mucho que todavía uno crea en el funcionamiento de este sistema. Para mí, polémica cero. Simplemente, un explotador comprándole el negocio a otro explotador y haciendo lo que le da la gana con su nuevo juguete con el beneplácito de la afición.

Pero no es este asunto lo que me interesa. Aunque sí me ha despertado la curiosidad por esta red social de la que formo parte, sin mucho esmero, desde hace años.

Twitter viene a significar algo así como piar, más concretamente, gorjear. Es decir, no es ese canto melódico con el que algunos pájaros se comunican y se exhiben ante los demás. Es más bien, ese sonido repetitivo (a veces un tanto molesto) que tiene unos usos específicos.

Hace tiempo le leí (creo que a Bauman) que el gorjeo tenía dos funciones básicas y vitales para las aves. Por un lado, sirve para mantenerse en contacto con los suyos… Para no perderse y saberse parte del grupo. Por otro lado, y en paralelo, sirve para mantener alejados al resto de congéneres que no forman parte del clan. No se me ocurre un nombre más apropiado, que defina más claramente un producto y su uso. La cuestión es exactamente esa, en eso consiste Twitter. Identificarse con un grupo, reforzar esa identidad a base de discursos vacíos repletos de tópicos y, al mismo tiempo, mantener alejados (en este caso tratar de destruir) a todos los que no forman parte de él. Las defensas a ultranza de una idea por muy sinsentido que sea es el pan de cada día. Discursos sin cuestionamiento, lealtad absoluta. Conmigo o contra mí.

Por supuesto, hablo en términos generales. Sé que hay personas y discusiones maravillosas que merecen mucho la pena. Pero es lo menos abundante, no son la tónica general.

Esta dinámica ha saltado la frontera de lo virtual y parece haberse instalado en todas las formas de comunicarse. Una especie de hooliganismo que se ha instaurado en todos los ámbitos vitales. No sé qué fue primero, si el huevo o la gallina. No sé si Twitter es un reflejo de la sociedad o si ésta ha adoptado el modo de funcionar de esta red social. Para el caso es lo mismo, la cuestión es que vivimos en un mundo atrincherado donde cada vez más es bastante complejo encontrar caminos que unan esas trincheras. Aquí cada uno vamos a lo nuestro y sólo parece que somos capaces de remar en la misma dirección en momentos puntuales y por temas muy concretos (asuntos que nos incumben directamente y que nos da bastante igual como afectan al resto de la sociedad) Una vez pasado el momento, cada cual vuelve a su redil sin ser capaces de sacar alguna conclusión sobre la manera en que se ha conseguido o no aquello que nos había movilizado. Simplemente, nos da igual.

Ha quedado establecida la imposibilidad de lo común. Quedando esto reservado a las necesidades impuestas desde el exterior por corporaciones y gobiernos. Entonces lo común no es otra cosa que el marco ideal del sálvese quien pueda, un campo de batalla en el que cada uno tiene la obligación de luchar para lograr alcanzar eso que nos iguala con el resto. El estándar que nos tienen reservado para que podamos considerarnos normales y, por tanto, aptos para la sociedad y triunfadores en la vida.

Convertidos en soldados no hay posibilidad de discusión entre iguales, de estrategias consensuadas. En la guerra sólo es posible acatar órdenes, seguir ciegamente las instrucciones de la jerarquía es la única opción. Y en esas estamos. Cada uno cree elegir el bando correcto y a los generales más preparados y se dedica a repetir consignas y patrones de comportamiento. Nos sentimos protagonistas de la historia y no acertamos a entender que somos meras comparsas representando todos el mismo papel en una función escrita de antemano. Y que no nos falte nuestro espacio en esta obra, de lo contrario no seríamos más que unos fracasados, unos nadie excluidos de la Historia.


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