A pocos días de la jornada de huelga general vemos que, una vez más, todo parece indicar que el planteamiento simplista de los sindicatos mayoritarios no convence a muchas personas. Digo simplista por multitud de razones que requieren de diferentes líneas de análisis y comentarios y que yo no me veo con ganas de hacer, pero sí quiero decir algunas cosas al respecto:
- Como siempre la convocatoria llega tarde y responde a dos factores principales: por un lado, necesitan justificarse ante la mayoría de sus afiliados que llevan reclamando la huelga desde hace tiempo. Por otro lado, no podían permitir que les volviera a pasar como en la última huelga general donde los sindicatos vascos y gallegos ya se les adelantaron y les dejaron en ridículo (cosa que no es nada difícil).
- Antes de que el Gobierno firmara la ley que oficializa el terrorismo empresarial, más conocida como reforma laboral, estos sindicatos firmaron junto a la Patronal el “pacto por el empleo” que es un hermano pequeño de esta reforma y que ellos dieron por buena. También los servicios mínimos pactados y que han sido considerados como estupendos son un claro obstáculo para ejercer el derecho a la huelga y más bien parecen una nueva bajada de pantalones.
- No han querido escuchar las múltiples voces que se han levantado en las calles y plazas de todo el Estado que llevan mucho tiempo reclamando una huelga general (mucho más combativa que la convocada, pero bueno), arrogándose la voz de los trabajadores sin tener en cuenta a la mayoría de ellos.
- Tienen un funcionamiento interno tan poco democrático y tan parecido al de las grandes empresas, con las que tantas veces coinciden. Al igual que cualquier empresa es la junta directiva la que decide lo que se hace siempre buscando el máximo beneficio para ellos mismos sin contar con los trabajadores (en este caso los afiliados, aunque también hay mucho trabajador asalariado en los sindicatos). Estas decisiones implican despidos masivos cuando los beneficios económicos se resienten.
Todas estas cuestiones y muchas otras junto a un historial de pactos entreguistas con la patronal empresarial y los sucesivos gobiernos han dejado la credibilidad de estos sindicatos bajo mínimos, hasta el punto que ni siquiera se pueden aferrar a la afiliciación puesto que ésta baja cada día que pasa y ya no representa un número significativo de trabajadores.
Baste decir para cerrar el tema que muchos de los delegados sindicales y miembros de comités de empresa de estos dos sindicatos no van a secundar la huelga (en conversaciones personales me han asegurado que no sirve para nada y que no quieren que les descuenten el día de trabajo).
Hasta aquí mi rechazo a los sindicatos mayoritarios y su forma de entender y hacer sindicalismo (simple negocio de subvenciones y beneficios)
A partir de aquí, los motivos que me llevan a secundar la huelga general y a animar a todo aquel que me quiera escuchar a hacer lo mismo.
Coincido con aquellos que opinan que una huelga de un día no sirve de mucho y menos si no cuenta con el apoyo masivo de la ciudadanía pero este argumento no es suficiente para rechazar la oportunidad de salir a la calle a reclamar y luchar por lo que es justo. Es cierto que la lucha por la justicia social no se circunscribe a un solo día pero no hay que desaprovechar la ocasión en la que mucha gente saldrá a la calle, aunque no secunden la huelga irán a las manifestaciones convocadas y ahí debemos estar para protestar y para concienciar. Concienciar a todas aquellas personas que todavía siguen a remolque de las convocatorias sindicales y de las informaciones de unos medios de desinformación que nos indican en qué momento hay que protestar y por qué motivos.
Solamente, tal y como dicen los sindicatos mayoritarios, una reforma laboral que nos condena a la precariedad más absoluta y nos encamina a la esclavitud laboral al suprimir todo vestigio de derechos laborales que pudieran quedar junto a unas políticas de recortes en todos los servicios públicos son razones más que sobradas.
Ha pasado año y medio desde la última vez y sigo pensando lo mismo:
Esta huelga es algo más que disconformidad con unas decisiones gubernamentales. Debe ser la expresión de un rechazo unánime contra un sistema capitalista que exprime hasta el último aliento a las personas para luego condenarlas a una vida de miseria y a una muerte lenta y dolorosa.
Esta huelga es contra todos aquellos tiranos que, al frente de sus grandes empresas, sólo sienten la preocupación de haber ganado un 5% menos de lo esperado sin tener ningún reparo en matar de hambre a millones de personas. Es contra todos aquellos banqueros sin escrúpulos que arruinan a millones de trabajadores del llamado primer mundo y luego dedican sus beneficios a la fabricación de armas para poder aniquilar al resto del planeta. Es contra aquellos políticos que nunca han sabido lo que significa ejercer esa profesión y sólo se han dedicado a arrimarse al árbol que más sombra les ha hecho y, por supuesto, más dinero les ha ofrecido. Es contra todos aquellos periodistas que desconocen el valor del verbo informar y han optado por servir al poder repitiendo una y otra vez su mensaje hasta conseguir convertirlo en dogma de fe. Es contra todas aquellas instituciones que nacieron con el propósito de servir a la humanidad y acabaron confundiendo los términos y se dedican a servir al capital haciéndonos creer que eso es precisamente lo que la humanidad necesita. Es contra todos aquellos que creen que la verdadera razón reside en la fuerza y se dedican a imponer su verdad con las armas alrededor del mundo, sembrando muerte y desesperanza allá por donde pasan.
Pero, sobre todo, es contra nosotros mismos. Contra nuestra apatía y nuestra pasividad ante todo lo que sucede a nuestro alrededor. Contra nuestra manera cobarde de no afrontar la verdad y refugiarnos en un mundo de fantasía que nos han fabricado para ese propósito. Es contra todos los que pensamos que tenemos suerte de vivir tan bien como vivimos, contra todos los que no hemos aprendido nada de la historia, contra todos los que nos sentimos satisfechos pagando cuotas a cambio de caridad, en definitiva, contra todos los que sabemos que el mundo no camina en la dirección correcta y seguimos día a día viendo el televisor idiotizándonos un poco más a cada momento.
Esta huelga debería ser el principio de una nueva manera de pensar y actuar, debería servir para dejar de lado el miedo a perder la vida que llevamos porque esta vida no nos pertenece a nosotros sino que pertenece a ese sistema que tan bien nos la ha diseñado.
Porque este momento es el de la rebelión, el de decir que hasta aquí hemos llegado y que con nosotros no cuenten. Así que desde aquí les digo a los señores financieros, políticos, directivos, militares, medios de desinformación y demás piezas del sistema que hasta aquí hemos llegado, yo me apeo y, desde ya, no pienso permanecer callado y sumiso, no voy a seguir su juego y no voy a dejar de protestar hasta que su criminal sistema capitalista desaparezca.
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