Espejismo: Imagen,
representación o realidad engañosa e ilusoria.
Ésta es una de las acepciones del
término espejismo y, personalmente, me parece que explica con mucha precisión
todo lo que sucede a nuestro alrededor en los últimos tiempos. Vivimos en un
mundo lleno de espejismos. Y no solamente los espejismos que diariamente nos
ofrece el poder a través de sus medios de desinformación de masas; sino muchos
espejismos que vemos en los movimientos antagonistas e, incluso, los espejismos
que nosotros mismos nos esforzamos por ver y vivir.
Nos ofrecen una realidad engañosa en la
que la recuperación económica es un hecho, sin embargo, no comprendo demasiado
bien qué significa eso porque la única dinámica económica que existe desde hace
muchísimos años (tanto cuando se supone que las cosas marchaban estupendamente
y atábamos los perros con salchichas, como ahora que la pobreza económica es la
realidad de muchísima gente) es que una parte muy pequeña de personas acumula
una parte cada vez mayor del pastel económico. Así ha sido y así sigue siendo,
sin duda. Otro engaño similar es el que nos ofrecen con la supuesta revolución
democrática que andamos viviendo, nuevos actores políticos “surgidos del
pueblo” toman el poder con la intención de poner las instituciones al servicio
de la gente (como si tal cosa fuera posible, como si esas instituciones no
hubieran sido diseñadas y creadas exclusivamente para estar al servicio del
poder) legitimizando una vez más este potente espejismo al que llaman democracia.
Sólo hay que ver lo sucedido en Grecia para empezar a comprender la magnitud y
la oquedad que la expresión “tomar el poder”, tan de moda últimamente,
contiene.
La lista de espejismos que el poder
ofrece es interminable pero uno muy importante es la ilusión del trabajo. Esta
imagen funciona en varias direcciones. Por un lado, ofrecen a menudo datos (un
espejismo más que no refleja ninguna realidad más allá que la que les interesa)
que constatan la recuperación del empleo. Esto da a entender que hay más gente
asalariada y, por tanto, en su lógica que vive mejor. Sin embargo, cada vez más
la diferencia entre tener empleo y no tenerlo es más invisible. La pobreza
económica ya no es exclusiva de los desempleados. Por otro lado, afianza la
imagen de que el trabajo lo es todo, es lo que dota de sentido la vida y marca
la diferencia entre alguien útil y un desecho de la sociedad. A pesar de esto,
el poder muestra su magnanimidad con los desechos ofreciéndoles la subsistencia
a cambio de la humillación burocrática.
Lo que sucede dentro de los movimientos
antagonistas al sistema también tiene mucho de realidad engañosa o espejismo.
Cualquiera que se mueva por las redes sociales puede observar la enorme burbuja
revolucionaria que existe. Particularmente, me sucede que la mayoría de mis
contactos en este mundo virtual (incluyéndome a mí mismo) nos consideramos de
una u otra forma como parte integrante de esa oposición al sistema vigente y,
de esta forma, estamos constantemente recibiendo todo tipo de noticias, invitaciones
y escritos varios sobre todo tipo de acciones y grupos revolucionarios. Parece
que a nuestro alrededor haya un magma revolucionario a punto de llevarse por
delante toda señal del poder dominante. Sin embargo, la realidad es bien
diferente. Lo que parece una acción multitudinaria se convierte en una
manifestación de apenas mil personas en ciudades donde millones padecen las
penurias del sistema. También sucede que se tiene la tendencia a etiquetar,
nombrar, anunciar, redactar, en definitiva a crear todo un armazón virtual en
torno a un grupo que apenas funciona o no pasa de ser una tertulia de amigos
(por supuesto, nada en contra de estas tertulias que son maravillosas). También
asistimos al eterno espectáculo espejista de los nuevos gurús que aparecen cada
poco tiempo con alguna idea revolucionaria y susceptible de captar a la gente y
que, en el mejor de los casos acaba convirtiéndose en una especie de alternativa personal más o menos al margen del sistema y en el
peor convirtiéndose en algo totalmente reaccionario y peligroso.
Enlazando con esto, veo cómo en las dinámicas
personales (muchas veces vinculadas a este mundo militante) el espejismo forma
parte importante de lo cotidiano. Muchas veces necesitamos creer esa ilusión
formada alrededor de un proyecto o grupo porque la realidad se nos antoja
insoportable. Sabemos y reconocemos los espejismos pero nos entregamos a ellos
con tal de tranquilizar nuestras conciencias pensando que formamos parte de la
disidencia a una sociedad tan cruel e inhumana, y con la esperanza de poder
superar el miedo que nos atenaza y poder ir mucho más allá de ese espejismo y
empezar a construir algo en donde poder sentirnos humanos de pleno derecho.