Ando algo confuso, he estado una temporada un tanto desconectado de la red
con la esperanza de ver en la calle toda esa ebullición de rebeldía y esa ansia
de justicia, que constantemente inunda la pantalla. Aquí y allá se ven
destellos, pequeños fogonazos de gente comprometida con aquello que creen
justo, personas decididas a vivir sus vidas lo más acorde posible con unos
ideales fruto de la reflexión crítica y su experiencia personal. Más allá de
eso, el gran escenario de la protesta (uno de los que forman el teatro de la
vida) donde todos los papeles pueden ser representados. La gran mayoría
transitan por el escenario de forma bastante honesta, dedicando su tiempo y su
esfuerzo a lo que considera necesario pero sin estar dispuestos (siendo o no
conscientes de ello) a renunciar en última instancia a su privilegiada
situación dentro del orden capitalista; sí, privilegiada aunque no nos lo
creamos. En la lotería del sistema nacimos en el lado correcto del tablero. Las
buenas intenciones nunca fueron suficientes. Hoy en día pueden llegar a ser
hasta contraproducentes. Se requiere de mucho más para poder iniciar algún tipo
de cambio sustancial que nos acerque al modelo de vida que cada uno desea pero
que casi nadie se atreve siquiera a imaginar que algún día pueda ser real.
Es necesaria una actitud crítica ante la saturación de información que se
recibe a diario. La enorme importancia que la red tiene en esto (para lo bueno
pero especialmente para lo malo) hace imprescindible redoblar el esfuerzo por
tratar de comprender todo lo que se esconde tras un llamativo titular o una
imagen impactante. De lo contrario, se corre el riesgo de lanzarse en una
carrera hacia la nada, protestando, exigiendo a las autoridades o difundiendo
información que tan sólo conduce al desgaste y al posterior abandono toda vez
que la urgencia informativa ha pasado y el compromiso por tratar de comprender
y subvertir esa realidad concreta era más bien fugaz.
Existen cientos de causas en las que involucrarse y luchar. Todas ellas
necesitan irremediablemente ser abordadas si queremos construir una sociedad
mejor. Esto es algo incuestionable. Tanto que ni siquiera el poder lo hace; más
bien lo utiliza a su favor dirigiendo la orquesta, filtrando la información y
poniendo el foco donde considera oportuno en cada momento. Saben que la mayoría
de la gente siente en mayor o menor medida la injusticia con la que el mundo
actual funciona aunque no tenga mayor conciencia de las implicaciones y
consecuencias que ese funcionamiento tiene sobre el planeta y sus habitantes.
Así, a cada momento ponen sobre la mesa alguna cuestión que inmediatamente
absorbe la atención y la energía de la gente, moldeando la futura respuesta que
el poder espera de todas esas personas. Así vemos en los últimos tiempos cómo
la llamada crisis de los refugiados sirios (que no es más que la consecuencia
de las políticas criminales ejercidas en toda la región) ha sido puesta en
primera línea informativa a nivel mundial. Por supuesto, la situación es
terrible y nadie puede (ni debe) permanecer ajeno al dolor humano pero ¿por qué
ahora? La masacre empezó hace más de tres años y creo que todos somos capaces
de comprender que el éxodo empezó hace mucho. Nuevamente nos preparan para justificar lo injustificable, una nueva
barbarie en forma de acción militar en Siria. No dudan en apelar directamente a
lo emocional mostrándonos imágenes a todas horas del éxodo de sirios. Repito la
situación es terrible, pero ni mucho menos nueva y nosotros deberíamos saberlo
ya, puesto que hemos vivido desde las dos orillas esto mismo. El poder necesita
un nuevo golpe de efecto para convertir la injerencia en imprescindible y nos
muestra una foto (que estoy seguro de que todos conocéis) que acaba por
encender la mecha de la demanda social de una solución.
De esta forma se llega al punto que querían: el pueblo exige a sus Gobiernos
una solución en forma de legalidad (aunque se pretenda disfrazar de justicia)
para dar solución a una situación que ha pasado de ser secundaria para la
inmensa mayoría a ser insoportable. Insoportable porque o se toma alguna
decisión que descargue las conciencias del personal o nos enfrentamos a la
cruda realidad. Y la realidad es que la muerte de ese niño al igual que las de
tantos otros seres humanos (me pregunto por qué las fotos de los niños
palestinos asesinados en un playa por Israel no tuvieron el mismo recorrido ni
le importó a ningún Gobierno ni organismo internacional) es el precio que este
sistema criminal exige para mantener la sociedad de consumistas en la que
vivimos. Todo es mercancía y todo vale con tal de dominarla y sacar beneficio.
Esas vidas truncadas son el fruto de la codicia de unos pocos; pero también de
la conformidad de una mayoría dispuesta a no hacer demasiadas preguntas si a
cambio puede mantener su estilo de vida, por más que esa vida sea totalmente
artificial y prefabricada.
Si lo que se demanda es justicia debemos ir más allá de la asunción de las
premisas que nos dan, necesitamos ir al origen, ser radicales y tratar de
entender por nosotros mismos cómo funciona el mundo y qué no nos gusta de ese
funcionamiento para poder organizar las respuestas y las alternativas. Si lo
que se quiere es establecer una legalidad con nombres pomposos, dejemos que los
Gobiernos sigan haciendo su trabajo y que el poder siga dirigiendo nuestras
vidas.
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