martes, 18 de enero de 2022

¿QUÉ LIBERTAD?

¿Qué será eso de la libertad sobre la que se habla en todo momento?

En los últimos tiempos, en el marco de esta crisis permanente del coronavirus, ha reaparecido con fuerza este término: libertad. Asociada a cualquier postura, a cualquier posición tomada. Me froto los ojos, ¿habrá llegado el momento en que algo tan espléndido como la búsqueda y la defensa de la libertad guíen nuestra forma de vivir? Siempre me he sentido inclinado hacia lo libertario así que tal vez sea el momento, si hay tanta gente defendiendo la libertad será por algo, digo yo.

Todo se hace o se dice en nombre de la libertad. Desgraciadamente, temo que todo se reduzca a su concepto de libertad, el que predomina, el único que puede prevalecer en una sociedad capitalista de consumo. La libertad que defienden se asocia a un objeto deseable útil a la sociedad: libertad de consumir, de poseer, de disponer de bienes materiales, libertad de conformarse al modelo de consumidor ensalzado por los sistemas publicitarios y promocionales; libertad de comprar una conducta, valores o un modo de presentarse al otro, y así se nos propone: ya listo para usar. Así, por arte de la magia capitalista, se desplaza la decisión libre que queda sustituida por la libre elección entre distintas ofertas preconfiguradas y adaptadas al modelo social. Hace 30 años, escribía Bauman (y no puedo estar más de acuerdo):

         El consumo ofrece libertad a personas que en otros aspectos de su vida sólo encuentran restricciones, opresión… En el juego de la libertad de consumo todos pueden ser ganadores al mismo tiempo.

A pesar de todo, no deja de ser paradójico que todos podamos ser ganadores y, al mismo tiempo, la sociedad de consumo haya transformado a la mayoría de la población en subjetivamente pobre. Esto se debe a la continua creación de necesidades artificiales que necesitamos satisfacer y que nunca llegamos a hacerlo porque constantemente surgen otras nuevas que nos lo impiden. Así, vivimos con la sensación constante de que siempre nos falta algo.

Porque el deseo de ser libres parte de la experiencia de estar oprimidos. Parte del sentimiento de que no puedo dejar de hacer lo que no quiero (cuánta gente debe sentir eso mismo con respecto a su trabajo). Y ¿Quién no siente deseos de ser libre a pesar de vivir en nuestra sociedad perfecta? ¿Cuántos tenemos esa sensación de no poder dejar de hacer muchas de las cosas que hacemos? Sin embargo, hay una cuestión que me parece más importante y es si existe la posibilidad de ser libres en una sociedad, en un mundo tal y como lo conocemos y vivimos.

Me parece harto difícil conjugar un mundo capitalista dominado por la posesión, la acumulación y la especulación con una libertad verdadera más allá de ese individualismo enajenado del sálvese quien pueda y como pueda que ahora parece que define el prototipo de ser libre. Bajo estas coordenadas, esa supuesta libertad sólo puede ser a costa de la opresión del otro, de muchos otros. En este contexto, la libertad se convierte en privilegio, se convierte en poder. Esto es un juego de suma cero, cuanto más gana uno más pierde otro, o millones de otros. Para muestra un botón: Durante los dos años de pandemia los diez hombres más ricos de la Tierra han duplicado su fortuna, mientras los ingresos del 99% de la humanidad han menguado.

La grandeza del juego es que nos ha hecho creer que cualquiera puede ser ganador porque siempre hay alguien peor que tú.

Por otro lado, en lo personal, me es muy difícil imaginar una sociedad fuera de ese marco (por mucho que haya podido leer al respecto) Y eso, con toda seguridad, es el gran triunfo del sistema. Nuestra incapacidad de imaginar siquiera un horizonte distinto al actual, nuestra asunción de que el estado actual es fruto de un orden natural y que no puede ser de otra manera. Más allá de todo esto, tan solo tengo alguna certeza acerca de la libertad: creo que es imposible desde lo individual, es decir, fuera de la cooperación comunal. No la creo posible sin la necesidad de realizarse mutuamente con el resto de una comunidad. Por tanto, creo que difícilmente podrá realizarse en una sociedad donde las comunidades humanas se han desestructurado dando paso a poblaciones de individuos desconectados.

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