La lucha del hombre contra el poder,
es la lucha de la memoria contra el olvido.
Milan Kundera.
La mayoría de
las crisis a las que nos enfrentamos son manifestaciones de un mismo mal: una
lógica basada en la dominación por la que se considera que la mayoría de seres
humanos somos simples cosas de las que se pueden prescindir. Esto mismo, se
aplica al planeta mismo en el que habitamos.
En primer lugar,
es necesario que seamos capaces de reconocer las conexiones existentes y los
intereses que se esconden tras las guerras, las migraciones forzosas, el cambio
climático, la absoluta dependencia de los combustibles fósiles, el racismo, la
represión, la violencia contra el débil como forma de situarse en el mundo…
Como decía, todo esto no son compartimentos estancos. Todo sigue una lógica y
obedece a unos intereses.
Generación tras
generación vamos aprendiendo a pensar en compartimentos estancos. El paradigma
de la terapia rápida y centrada en la solución se impone y nos condena a
prescindir del trabajo de largo alcance, de soluciones duraderas que nos
parecen siempre inalcanzables.
La necesidad de
recuperar el pensamiento utópico es acuciante. Cada año que pasa queda menos
rastro, al menos en Occidente, de otra forma de vida que no sea la vivida bajo
el capitalismo en cualquiera de sus diferentes formulaciones. Además, pronto ni
siquiera quedará el recuerdo del llamado Estado del Bienestar, ya que las nuevas
generaciones sólo conocen el yugo del capitalismo salvaje y competitivo que no
ofrece ninguna contrapartida por mínima que sea. En estas condiciones es
difícil poder llegar a soñar, ya no digamos pensar y realizar, una alternativa
que evite el cataclismo hacia el que nos conducimos.
Estamos
totalmente integrados en el esquema del capitalismo, somos sus hijos y sus
perpetuadores. De esta forma, la capacidad de exigir nada que no sean pequeñas
reformas o reajustes al marco actual se nos escapa. Mantenemos la capacidad de
decir NO; pero cada vez nos queda más lejos la posibilidad de proponer. Entre
otras razones, es esto lo que hace tan maleables y fáciles de aplacar los
movimientos de protesta surgidos en las últimas décadas.
Hemos perdido la
capacidad de imaginar, la facultad de soñar se nos ha extirpado a fuerza de ir
reduciendo el marco dentro del cual somos capaces de pensar. El esquema mental
del capitalismo se ha impuesto y queda lejos cualquier concepción de sociedad
que no se base en la propiedad, en el salario, en la obtención de algún tipo de
beneficio. Sin embargo, justo ese es el camino que nos está conduciendo al
desastre a nivel planetario.
Hay que
recuperar la utopía como fuerza que guía nuestro imaginario. Debemos hacer
frente a esa enfermedad llamada pragmatismo que tanto daño hace a cualquier
intento de transformación, que inevitablemente conduce a la filosofía del mal
menor y al apuntalamiento de aquello que queremos transformar.
Es necesario
leer, escribir, hablar, recuperar las palabras que representan los conceptos
que nos mueven. Si no usamos las palabras, dejaremos pensarlas y si eso sucede
ya no las podremos sentir. Y eso es el final, porque si algo no nos conmueve,
no nos interpela; simplemente desaparece de nuestra vida.
Pero al mismo
tiempo hay que construir en la vida diaria, sin descanso. Cada vez es más
urgente. La emergencia aumenta por momentos, la situación requiere recuperar la
utopía frente al desastre que vivimos y frente al que nos está esperando a la
vuelta de la esquina.
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3 comentarios:
Un saludo compa. Gracias por tomarte la molestia de leer y comentar en varias entradas.
Pensar la creación que viene después de la negación. Esa parte me parece crucial y es precisamente lo que antes nos están queriendo extirpar en este coletazo de radical capitalismo: elegir no es crear, primero hay que construir las opciones y después elegir, hacerlo ante lo dado por el sistema es, necesariamente engañarse, por muy "adaptado" que lo sintamos a nuestras necesidades o ideología, si no es participado y creado no es buen camino. Al menos para mí. Un saludo y buen espacio, espero que vengan más entradas
Hola Virto.
Gracias por pasarte por aquí y comentar. Muy de acuerdo en eso de que si no es participado por uno mismo no es un buen camino. La delegación es uno de los males que nos ha conducido hasta aquí.
Saludos compa.
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