martes, 22 de mayo de 2018

IMPUNIDAD

Definida como la excepción de castigo o escape de la sanción que implica una falta o delito, falta de sanción. Sinceramente, creo que va mucho más allá y sus implicaciones son devastadoras.
Sobre todo, la impunidad es un rasgo característico de los que se saben en el lado del poder, de aquellos que lo encarnan y de los que se encargan de defenderlo y perpetuarlo. La impunidad es una prerrogativa de los vencedores, siempre lo ha sido.
En el lado de los vencidos, de los perdedores, que es el mayoritario, se sufren las consecuencias de esa impunidad. Dolor, humillación, enfermedad, esclavitud, muerte… y todo aquello que el ser humano es capaz de padecer. Porque la impunidad permite al poderoso hacer lo que le venga en gana, cuando quiera y, por encima de todo, a quien quiera. No hay contrapartida, si es bueno para sus intereses (sean de la índole que sean) se hace y punto. Así funciona el mundo. Como prácticamente todo en este sistema criminal en el que vivimos, la impunidad es jerárquica. Cuanto más alto sea el lugar ocupado en ese orden jerárquico mayor es el grado de impunidad del que se goza y menor la posibilidad de caer.

Los Estados como superestructuras carentes de rostro y alma son los encargados de mantener ese privilegio que supone la impunidad. Con su inmensa maquinaria bélica, judicial y burocrática. Al tiempo que Los grandes capitalistas parapetados tras sus enormes fortunas son los receptores del beneficio último que otorga el uso y disfrute de este privilegio. Ambos controlan, crean y ejecutan el sistema judicial que debe impedir esa impunidad y que, de hecho, se la impide a la mayoría de la población que no forma parte de su bando. Pero, a consecuencia de esto, ellos tienen las manos libres para ejecutar sus planes sin ningún contratiempo.
Además controlan a millones de mercenarios en todo el mundo (sean funcionarios públicos o no) que se encargan de ejecutar sus designios haciendo uso de la impunidad que se les concede por trabajar para el bando ganador.

A lo largo del tiempo, podemos encontrar miles de ejemplos. En la actualidad, por citar alguno, vemos cómo el Estado de Israel lleva masacrando palestinos desde hace décadas sin que nada pase. Estados Unidos monta y desmonta guerras y gobiernos allá donde le place sin que nadie diga nada. Pero no sólo ellos, cualquier Estado goza de la capacidad de arruinar las vidas de la gente si con ello obtiene algún beneficio.

Qué decir de las grandes empresas. Sólo hay que ver el desprecio con el que las multinacionales del petróleo, la energía o la minería tratan a la naturaleza y a las personas que forman parte de ella alrededor del mundo. Su sistema les protege.


La impunidad, al igual que muchos otros rasgos distintivos de este sistema, ha sido totalmente integrada y asimilada por la mayoría de la población. No se concibe como privilegio sino como consecuencia natural del devenir de la sociedad. Incluso se envidia y se desea. Porque en este mundo donde se premia el individualismo egocéntrico y descerebrado, la capacidad de poder actuar sin tener que asumir las posibles consecuencias, es un valor en alza, deseado por muchos.

Imprimir

No hay comentarios: