Definida
como la excepción de castigo o escape de la sanción que implica una
falta o delito, falta de sanción. Sinceramente, creo que va mucho
más allá y sus implicaciones son devastadoras.
Sobre
todo,
la impunidad es un rasgo característico de los que se saben en el
lado del poder, de aquellos que lo encarnan y de los que se encargan
de defenderlo y perpetuarlo. La impunidad es una prerrogativa de los
vencedores, siempre lo ha sido.
En
el lado de los vencidos, de los perdedores, que es el mayoritario, se
sufren las consecuencias de esa impunidad. Dolor, humillación,
enfermedad, esclavitud, muerte… y todo aquello que el ser humano es
capaz de padecer. Porque la impunidad permite al poderoso hacer lo
que le venga en gana, cuando quiera y, por encima de todo, a quien
quiera. No hay contrapartida, si es bueno para sus intereses (sean de
la índole que sean) se hace y punto. Así funciona el mundo. Como
prácticamente todo en este sistema criminal en el que vivimos, la
impunidad es jerárquica. Cuanto más alto sea el lugar ocupado en
ese orden jerárquico mayor es el grado de impunidad del que se goza
y menor la posibilidad de caer.
Los
Estados como superestructuras carentes de rostro y alma son los
encargados de mantener ese privilegio que supone la impunidad. Con su
inmensa maquinaria bélica, judicial y burocrática. Al
tiempo que Los
grandes capitalistas parapetados tras sus enormes fortunas son los
receptores del beneficio último que otorga el uso y disfrute de este
privilegio. Ambos controlan, crean y ejecutan el sistema judicial que
debe impedir esa impunidad y que, de hecho, se la impide a la mayoría
de la población que no forma parte de su bando. Pero, a consecuencia
de esto, ellos tienen las manos libres para ejecutar sus planes sin
ningún contratiempo.
Además
controlan a millones de mercenarios en todo el mundo (sean
funcionarios públicos o no) que se encargan de ejecutar sus
designios haciendo uso de la impunidad que se les concede por
trabajar para el bando ganador.
A
lo largo del tiempo, podemos encontrar miles de ejemplos. En la
actualidad, por citar alguno, vemos cómo
el
Estado de Israel lleva masacrando palestinos desde hace décadas sin
que nada pase. Estados Unidos monta y desmonta guerras y gobiernos
allá donde le place sin que nadie diga nada. Pero no sólo ellos,
cualquier Estado goza de la capacidad de arruinar las vidas de la
gente si con ello obtiene algún beneficio.
Qué
decir de las grandes empresas. Sólo hay que ver el desprecio con el
que las multinacionales del petróleo, la energía o la minería
tratan a la naturaleza y a las personas que forman parte de ella
alrededor del mundo. Su sistema les protege.
La
impunidad, al igual que muchos otros rasgos distintivos de este
sistema, ha sido totalmente integrada y asimilada por la mayoría de
la población. No se concibe como privilegio sino como consecuencia
natural del devenir de la sociedad. Incluso se envidia y se desea.
Porque en este mundo donde se premia el individualismo egocéntrico y
descerebrado, la capacidad de poder actuar sin tener que asumir las
posibles consecuencias, es un valor en alza, deseado por muchos.
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