Esta semana se ha iniciado el juicio por una de las mayores y más
graves farsas orquestadas por el Estado en los últimos tiempos. Ocho
chavales están siendo
juzgados, acusados entre otras cosas de terrorismo, por una pelea en
un bar a las cinco de la mañana en Altsasu (Navarra). Les piden
hasta 60 años de cárcel, tres de ellos llevan ya más de 500 días
en prisión preventiva.
Hay numerosa información
y muchísima más desinformación sobre el tema, el que quiera
averiguar que averigüe. No pretendo hacer una crónica de nada, sólo
quiero tratar de aclarar algunas ideas y ordenar pensamientos que
surgen ante este hecho que, desgraciadamente no es aislado ni mucho
menos. Los montajes, la represión, la incesante necesidad de crear
enemigos públicos… en definitiva, alimentar el miedo de la gente
para justificar un constante fortalecimiento de las estructuras
policiales y judiciales. Pilares básicos del Estado y garantes de su
control sobre la población.
¿Cómo es posible que una pelea con resultado de fractura de tobillo
y contusiones varias sea calificada como acto terrorista? Sencillo,
en las últimas dos décadas se han creado las condiciones
necesarias para ello.
En 1998, el héroe por antonomasia del progresismo
nacional y eterno refundador de la izquierda, Baltasar Garzón
introduce y asienta las bases, a través del conocido como sumario
18/98, de lo que a partir de entonces se conoce como la teoría del
entorno o el manido “todo es ETA”. Bajo este paraguas, todo el
mundo se convirtió en susceptible de ser juzgado bajo el paraguas de
la lucha contra el terrorismo. Esto se vería refrendado en el año
2000 con la firma del pacto antiterrorista por parte de PSOE y PP.
Dando un salto en el tiempo
nos encontramos en 2015, donde al
calor de los atentados yihadistas se firma un nuevo pacto. Aquí se
da una vuelta de tuerca a la definición de terrorismo, ampliando el
rango a todo aquello que el Estado considere contrario a sus
intereses y dejando la puerta abierta a lo que está sucediendo en la
actualidad. No
sólo en este caso sino en tantos otros donde cualquiera es
susceptible de ser acusado de terrorismo. Anarquistas, comunistas,
artistas varios, periodistas, miembros de movimientos sociales,
activistas vecinales, tuiteros y un largo etcétera están envueltos
en causas judiciales de este tipo.
Pero todo este proceso sólo ha sido posible por la permisividad de
una sociedad constantemente bombardeada con terribles noticias y
ensimismada en su felicidad consumista que ha recibido con los brazos
abiertos cualquier medida en beneficio de su supuesta seguridad. Sin
sospechar siquiera que cualquiera, por buen ciudadano que crea ser,
es susceptible de convertirse en el enemigo si el Estado lo necesita
para fortalecerse.
La imposibilidad de articular respuestas políticas
potentes al margen de las estructuras de los partidos que siempre
acaban por fagocitar todo movimiento social, ha hecho triunfar la
lógica de la exigencia de más y más legislación para resolver
cualquier cuestión que nos afecte.
Esto facilita mucho el trabajo de cualquier Estado a la hora de
promulgar leyes en defensa propia que, por supuesto, siempre son
vendidas como beneficiosas para la sociedad.
Volviendo al caso de Altsasu, no dudo que esos chavales van a comer
mucha más cárcel y que sus vidas y las de sus familias están
jodidas para siempre. Ojala me equivoque, pero el juicio será una
farsa absoluta sin posibilidad real de defenderse. Lo peor es que
existe un amplio sector de la población que se alegrará de que esto
sea así, sin ser capaces de entender la magnitud
de las consecuencias que tienen
para todos. Básicamente, si no estás con el poder puedes ser
considerado un terrorista y, si es así, no sólo tú, sino todo tu
entorno, sufrirá las consecuencias.
1 comentario:
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