Diversas experiencias recientes me han hecho ser consciente de una cuestión
que lleva sobrevolándome desde hace tiempo pero que, hasta ahora, no he sido
capaz de organizarla en mi mente y poder reflexionar sobre ella.
Se trata de la forma en que nos comunicamos, concretamente, de la manera
asimétrica en que lo hacemos y del peso que eso tiene en el mantenimiento de un
sistema social absolutamente injusto.
La comunicación asimétrica viene dada cuando dos o más hablantes tienen un
distinto nivel de habla o rol jerárquico y manejan distinta cantidad de
información.
Este tipo de comunicación es característica en nuestro mundo jerarquizado
hasta el extremo. La encontramos en situaciones tan dispares como en la
relación médico-paciente, profesor-alumno, padres-hijos, policía-ciudadano…
Como vemos, en esta forma de comunicación existen dos características
fundamentales: el rol jerárquico y el manejo de la información. Estas dos
cuestiones son fundamentales a la hora de establecer y fortalecer un sistema de
falsas castas en el que el objetivo principal es convencer al individuo de que
hay otros que están en peor situación y, por tanto, lo mejor que puede hacer es
hacerse fuerte en su posición tratando de mantener los supuestos privilegios que
ostenta frente al resto. Es obvio, de qué forma este tipo de comunicación ayuda
a fragmentar las relaciones entre las personas, puesto que, básicamente,
consiste en la aceptación de que uno de los interlocutores está por encima del
resto, justificando moralmente cualquier actuación que pueda derivarse de esta
posición.
En mi opinión, cuando uno cree hablar desde una posición elevada, más que
comunicarse acaba por escupir a los demás, puesto que al tener que inclinarse
hacia abajo es inevitable el efecto gravitatorio sobre todo lo que sale de su
boca. Esto es algo más bien metafórico pero creo que explica de forma clara lo
que sucede en estos casos y cómo se siente el que se encuentra en esa supuesta
inferioridad. Un eslogan muy coreado en manifestaciones es aquel de nos mean y nos dicen que llueve, creo
que también describe bien este efecto.
Me parece lógico que este tipo de comunicación se emplee desde el poder y
desde sus organizaciones porque es bastante consecuente con sus objetivos de
dominación. Sin embargo, la capacidad de penetración que tiene ese mismo poder
a través de los medios de comunicación de masas, del sistema educativo… ha
hecho que esa asimetría se instale en las vidas de la mayoría de nosotros y
que, en consecuencia, la hayamos trasladado a todas las esferas de nuestra
vida, incluidos colectivos u organizaciones de los que formamos parte,
relaciones personales, laborales…
Pero la comunicación asimétrica falsea totalmente la interacción que
provoca. No es posible establecer relaciones verdaderas a través de una forma
de comunicarse basada en el engaño, en la ocultación de información, en la
creencia de ser superiores respecto al otro.
Así sólo construimos relaciones de subordinación, fomentamos la aparición
de pequeñas élites allí donde todos deberíamos estar al mismo nivel, ejercemos
la caridad donde debería imperar la solidaridad, sembramos castas donde sólo
existe la especie humana…
Por supuesto, no todo se debe a cómo nos comunicamos, pero desde luego,
esta es la manera fundamental en que nos relacionamos con el otro.
Por mi parte, trato de desembarazarme de todos los tics asimétricos que
arrastro e intento comunicarme de forma sincera. Es lo único que está en mis
manos. Siempre he creído en la necesaria coherencia entre los medios y los
fines.
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3 comentarios:
Ánimos, escribes reflexiones muy interesantes. El tema de la patocrácia me resultó especialmente interesante.
Ánimos, sus reflexiones me parecen realmente interesantes. Me gustó especialmente la referente a la patocrácia
Gracias Marc por la visita y los ánimos.
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