martes, 29 de diciembre de 2015

POR FIN TERMINA EL 2015

Termina el año y sé que carece de importancia pero necesito poner por escrito lo vivido y lo sentido desde la pequeñez de mi realidad cotidiana. No pretendo hacer un análisis político ni social, simplemente es una reflexión sentimental sobre lo que pudo ser, lo que fue y lo que ya no será, porque sobre todo, el 2015 ha sido un año de renuncias.

La renuncia a todo aquello que vislumbré hace ya más de cuatro años y que puso en primer plano de mi práctica diaria lo que creía postergado tan sólo al plano teórico. Tras un año de circo electoral, finalmente, se ha finiquitado el espíritu de las plazas y una vez más, todo ha terminado por la vía institucional que, cumpliendo con su cometido, acabará por fagocitar cualquier posibilidad de cambio.
Creí y sigo creyendo en que a pesar de llamarla democracia, no lo es. Sigo pensando que no me representan (no, los de ahora tampoco) sin embargo, acepto que mi forma de vivirlo no era, o por lo menos no es, el sentir de muchos con los que sentía que compartía camino. No importa, cada uno elige su ruta y lo importante es transitarla con conciencia, dignidad y compromiso. Lo único que espero es que todo esto que, este año, se ha dado en llamar “la nueva política” no sea el final del camino para nadie. Que no sea la renuncia final.

Sí, este año lo he vivido como la confirmación de la renuncia, de la negación de la fraternidad como elemento básico de cualquier cambio sustancial. En mi opinión el fundamento sobre el que se sustentan sus dos compañeros de viaje: igualdad y libertad. Sin embargo, siempre ha sido la gran olvidada en los discursos y, especialmente, en la práctica.
En nombre de fronteras, banderas, identidades, dioses... en definitiva, en nombre del beneficio y el poder, que es lo que se esconde detrás de todo esto, se enfrenta al ser humano con sus semejantes, se asesina física y moralmente y se pretende justificar lo injustificable.
La matanza de miles de seres humanos bajo el fuego que pretende imponer la libertad. El genocidio deliberado de cientos de miles a través de una hambruna impuesta por unos y consentida por casi todos.
Muertos a diario, expulsados de sus tierras, de sus raíces por la codicia de unos pocos y la estupidez de otros tantos. Muertos tratando de alcanzar un horizonte nuevo con la esperanza del que se cree a salvo, sin saber que les espera más miseria y humillación, más odio inculcado por los mismos que les obligaron a huir dejando su vida atrás.
Muertos porque simplemente sobran, entorpecen el correcto funcionamiento del mundo y su sacrificio es necesario.

La indiferencia es el fruto de la renuncia a la fraternidad como valor fundamental, esa indiferencia con la que aprendemos a convivir rápidamente y que nos impide ver el quehacer y los sufrimientos de los que nos rodean. En muchas ocasiones, es capaz de ocultar hasta el propio dolor.

También hemos renunciado a cualquier posibilidad de entendimiento con la naturaleza. Ni siquiera siendo conscientes del abuso tan dañino al que sometemos al planeta nos hace plantearnos la necesidad de un cambio en nuestro modelo hiperconsumista de vida. Digo lo de plantearnos porque nosotros podemos planteárnoslo, muchos no tienen esa opción. Simplemente, son las víctimas de nuestro furibundo apetito de posesión y nuestra forma de vida antinatural.

Como decía al principio, tan sólo pretendo reflexionar desde mi vivencia porque me siento sumergido en este año de renuncia. En lo personal, un año de renuncias a proyectos, ilusiones, esperanzas... Cada vez más acuciado por el intento de superar contradicciones, de no dejarse llevar, de tratar de no verlo todo desde la distancia (como si esa posición fuera posible), luchando por no caer en el convencimiento de la inutilidad del esfuerzo. Aferrándome a las personas y a las ideas que me han acompañado durante tanto tiempo, esforzándome por alejar esa maldita indiferencia que anestesia conciencias y facilita mantener una vida tan indolora como estéril.
Afortunadamente, existen muchas personas (muchísimas más de las que imagino/imaginamos) con la alegria intacta y con la conciencia despierta tratando de construir nuevas vías, explorando y recorriendo nuevos y viejos caminos hacia otras posibilidades y disfrutando de ese trayecto.
Son/sois esas personas, junto a las convicciones personales, por las que uno no acaba de renunciar nunca. Porque, a pesar de todo, sigo pensando y creyendo en ese otro mundo posible, y con todas mis dudas y contradicciones es hacia donde intento caminar.


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8 comentarios:

Unknown dijo...

Ánimo. Se acerca un nuevo año. Una nueva oportunidad para ser mejores personas, y mejorándose uno, se mejora el conjunto, porque ¿qué es sino el pueblo un conjunto de personas?

Quebrantando el Silencio dijo...

Gracias Sergio. Me alegra verte por aquí.

el iosu dijo...

Otro mundo... no sólo es posible.
Ya está siendo.
Páginas como la tuya contribuyen a ello.

Adelante compañero... amigo... hermano.
Adelante...

Anónimo dijo...

Tenemos que seguir promoviendo la inteligencia y quebrando la indiferencia, pero centrémonos más en dar ejemplo porque esperar que el mundo cambie no puede dar más quebrantos que alegrías. Un saludo!

paramisonenigmas.wordpress.com

Anónimo dijo...

Simplemente genial. Gracias por tu trabajo.

Quebrantando el Silencio dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios.

Iosu, gracias a ti por compartir tanto conmigo.

Maria- dijo...

Buenas noches, uno mas, desencantado, de lo que pude ser y no fue.
Creo, que teníamos tantas ansias, de creer en algo, que no vimos, como se fue transformando, algo nuevo, que quería una transformación,en lo de siempre.
No hay cambio haciendo mas de lo mismo.
Estuve tres años implicada hasta la médula, es muy dificil ver desde dentro, el hacer empuja y hay poco tiempo para la reflexión: los que lo llevan preparado desde otros espacios, nos comieron el terreno.
No te rindas compañero, veo, que andas por el moro de Felix y el de revolución integral: somos muchos, los que hemos andado tu camino y hemos terminado hastiados. Es un proceso muy duro: no todos se atreven a quedarse desnudos, sin pertenencia, es mucho mas facil, apuntarse a otro rebaño, tener un pastor al que seguir, aunque, cuando das el paso, ya, nada de lo de antes te sirve.
El proceso no es facil,es desaprender y aprender de las experiencias,ser libre y coherente, en este mundo, es mas complicado de lo que pensé, aunque, me ha merecido la pena. estoy sola,se lo que quiero: o mas bien, se lo que no quiero, no se, se podre conseguirlo, pero merece la pena, estar en el camino.
Nos han vendido, una vida facilona, sin esfuerzos: la libertad, es muy dura, aunque merece la pena experimentarla.
Un abrazo compañero.
soy carrmen en facebook.


Quebrantando el Silencio dijo...

Hola María o Carmen!!

No es tanto el desencanto, que también, como el ver que muchas de las energías e ilusiones que pones en cada proyecto acaban por irse al traste por diferentes razones, aunque un factor importante siempre son los diferentes niveles de compromiso.

Tienes razón en que lo difícil es desaprender pero en ello ando.

Abrazos.