Durante estos días y hasta el viernes 11 de diciembre se celebra en París la COP 21, la vigésimo primera
conferencia de las partes de la convención marco de Naciones Unidas sobre
cambio climático. Bajo este pomposo nombre se esconde la reunión anual que
celebran los representantes de la gran mayoría de países del mundo junto a los
representantes de la gran mayoría de megacorporaciones del mundo (estos últimos
no constan en la lista de invitados por supuesto).
Como decía, esta conferencia se produce todos los años; sin embargo, la
importancia de la actual radica en que oficialmente dicen que es la última
oportunidad de llegar a un acuerdo para revertir los, cada vez más palpables,
efectos del cambio climático. Al parecer la evidencia científica se ha acabado
por imponer frente al negacionismo y hasta las grandes empresas que figuran a
la cabeza de los culpables de la contaminación parece que están dispuestas a
redimirse y, para demostrarlo, se han convertido en las grandes patrocinadoras
de la cumbre. Hasta aquí la versión oficial.
Aquí, otra versión sobre los patrocinadores
Pero lo cierto es que parece poco probable que los que hasta la fecha han
alentado e impuesto un modelo de vida devastador para el planeta de repente “vean
la luz” y sientan la necesidad imparable de entonar el mea culpa y enmendar los
errores cometidos. Es más que evidente que los catastróficos efectos del modo
de vida capitalista y su mantra del crecimiento sin fin, basado en el uso de
combustibles fósiles y la explotación humana, jamás ha sido una preocupación
para los poderes fácticos que rigen el devenir de la actual sociedad.
Personalmente, me parece que la importancia que políticos y capitalistas
dan a esta reunión se fundamenta en otros motivos mucho menos esperanzadores
para la humanidad. Sólo hay que ver un poco por dónde van las posibles
soluciones que se plantean para conseguir el objetivo oficial, a saber, que la
temperatura no aumente más de dos grados hasta final de siglo (sé que es algo
más complejo técnicamente, pero también sé que esta cifra es totalmente
arbitraria y carente de fundamento científico). Estas soluciones pasan por
reducir las emisiones de dióxido de carbono y, para ello, como no puede ser de
otra forma en la lógica capitalista, se quiere poner precio a estas emisiones y
mercadear con ellas (sólo un sistema absolutamente enfermo puede proponer algo
así y conseguir la aprobación mundial). Además, se pretende resucitar el
cadáver del capitalismo verde poniendo al frente a las mismas megacorporaciones
que llevan envenenando el planeta durante décadas. Se está cocinando un nuevo
pastel y todo el mundo quiere su porción.
Todo esto no es más que la apariencia formal de la cumbre. La realidad es
que el poder es consciente de que el fin de la era del crecimiento ilimitado
gracias a los combustibles fósiles está cercano. Es decir, el fin de la
sociedad hiperconsumista se acerca y por tanto es hora de emprender nuevas
formas de dominación y control porque, al fin y al cabo, se trata de eso. Ante
esta certidumbre y en un primer momento, los intereses económicos apoyados por
los Estados están tomando posiciones de cara a la lucha por tomar el control de
la situación y exprimir hasta el último momento un modelo que les reporta unos
beneficios económicos absolutamente demenciales. El panorama que esto nos
ofrece ya puede verse en los últimos tiempos: guerras por el control de
recursos y explotación sin límites de recursos naturales incluidos los humanos.
Más allá de eso, llegará el momento en que como decía, no será posible el
consumismo que tan hábilmente se ha extendido por todas las capas sociales. El
shock que esto puede producir en las sociedades capitalistas sumado al deseo de
las élites por mantener un estilo de vida que llevan disfrutando desde hace
muchos años, hace que la probabilidad de la aparición del modelo de sociedad
que algunos han dado en llamar ecototalitarismos sea bastante alta. Prueba de
ello es el conveniente estado de sitio decretado por el gobierno francés que
está permitiendo reprimir cualquier intento en la calle de denunciar el teatrode la cumbre del clima y el secuestro de activistas por parte de la policía
gala.
Es decir, nos encaminamos hacia una sociedad de control absoluto ante la
necesidad de asegurar los privilegios de la clase dominante. En un futuro no
muy lejano se acabarán las ilusiones mantenidas a costa de la explotación sin
fin, que nos permiten “disfrutar” de todo tipo de bienes de consumo: viajes a
cualquier lugar del mundo, todo tipo de comida en cualquier época del año,
acceso a todo tipo de tecnologías y un largo etc. que entre otras cosas ha
permitido un conformismo de las masas ante el orden actual.
El panorama es desolador. Nos enfrentamos a las consecuencias de un sistema
económico y social que está llevando a la especia humana al desastre (porque no
nos engañemos, cuando hablamos de consecuencias para el planeta lo hacemos
desde el punto de vista de la supervivencia humana, el planeta vivirá
perfectamente sin nosotros). Hambre, guerras, migraciones masivas… es decir,
nos enfrentamos al fracaso absoluto como civilización, si es que no lo hemos
logrado ya. Una vez más, se nos propone la solución sistémica de los acuerdos
internacionales y la buena voluntad de Estados y corporaciones para revertir la
situación. Esto jamás ha funcionado y ahora no va a ser una excepción. Da igual
las soluciones que se propongan, todos sabemos que la única solución posible es
decir adiós al modelo capitalista (pero a todos los modelos capitalistas, los
neoliberales, los capitalismos de estado y todos los que se fundamentan en el
crecimiento), porque de lo contrario nos encaminamos hacia el desastre a pasos
agigantados. Iniciar el proceso de desglobalización: recuperar la economía
enraizada en el territorio, en la comunidad; erradicar la explotación y recobrar
el control sobre nuestras necesidades y su satisfacción más allá de lo que
impone el sistema; cambiar el paradigma del crecimiento económico por el de
crecimiento humano y social es tarea esencial para poder aspirar a tener un futuro
digno de ser vivido.
Imprimir
No hay comentarios:
Publicar un comentario