Hace unos días compartía por redes sociales un breve
fragmento de La palabra como arma escrito
por Emma Goldman y que decía lo siguiente:
“El hombre ha podido someter los cuerpos,
pero ni todo el poder
en la Tierra ha sido capaz de someter al amor.”
Este fragmento está inscrito en el capítulo sobre Matrimonio
y Amor. Sin embargo, creo que tiene una carga de profundidad demoledora que va
mucho más allá de cualquier temática concreta. En mi opinión, es la razón
última por la que a lo largo de la historia de la humanidad, ningún jefe,
cabecilla, rey, gobierno o el cargo que sea que haya detentado el poder, por
inmenso que haya sido, ha podido jamás extinguir las ansias de libertad, la
extrema necesidad de poner el amor, en el más amplio de los sentidos, por
encima de los intereses de cualquier minoría por muy privilegiada que ésta sea.
Ese sentido amplio del amor que abarca la fraternidad, la
solidaridad, el deseo de bienestar, en definitiva, la libertad. Esa libertad
que sólo puede ser real cuando es colectiva, cuando traspasa lo individual y
abarca lo común. Es un espejismo sentirse libre en una sociedad oprimida,
sometida al imperio del salario y el capital. Es en este amor radical en el
creo como base de cualquier posibilidad revolucionaria.
Pero no creo que debamos confundirnos.
En estos tiempos de confinamiento y miedo inoculado, se
suceden pequeñas muestras de ese amor radical entre iguales, pero quedan
siempre sumergidas en la maraña de un individualismo egoísta, de un sálvese
quien pueda fruto de una desconexión propiciada e inducida durante décadas por
un sistema que necesita del aislamiento social para mantener su hegemonía. De
un modelo que requiere de la desaparición por todos los medios de ese amor
radical sustituyéndolo por ese otro, hijo bastardo de los tiempos que vivimos,
basado en la necesidad de ser reconocidos, de sentirnos aceptados, incluidos en
lo que sea. Un amor carente de compromiso y de esfuerzo que es precisamente lo
que confiere esa radicalidad que de verdad permitiría dar un vuelco a este
absurdo modo de vivir.
Mucha gente está ansiosa por creer, necesitan creer en esas
pequeñas muestras de humanidad que se suceden fruto de las actuales
circunstancias. Llenos de buenas intenciones están convencidos de que cuando todo
esto termine, nada será igual. Yo también lo creo, aunque dudo que tengamos la
misma visión sobre el futuro. La mía no es nada idílica, más bien todo lo
contrario.
Más allá de las cuestiones de salud (sobre las que nada tengo
que decir, sólo que os cuidéis y hagáis lo que creáis conveniente) los Estados
están utilizando este momento para ir perfilando el futuro, para ir ensayando
las diferentes versiones de lo que está por venir. Tal vez ahora mismo no esté
en primer plano pero la insostenibilidad del modelo capitalista sigue estando
ahí y lo saben. Saben que el estado de alarma o como quieran llamarlo será cada
vez más habitual. De hecho, los gobiernos han adoptado como su forma habitual
de funcionamiento la gestión de la crisis permanente, sometiéndonos a la
excepcionalidad constante, convirtiéndola así en la norma. De esta forma, la
crisis es continua y su gestión imprescindible. En nombre de esta constante
urgencia el poder encuentra mil y una oportunidades para reestructurarse y
poder modificar sus mecanismos de control una y otra vez mientras la mayoría
espera la llegada de mejores tiempos. Tiempos que nunca van a llegar.
Militarización de las calles, estado policial donde unos
denuncian a otros adjudicándose el papel de policías y reclusión forzosa
mientras dictan leyes por el bien de la nación (que como siempre son unos
pocos) y todos a batir palmas hacia el Gobierno. Y cada vez el Estado
sintiéndose más imprescindible en el corazón de la gente y cada vez la
posibilidad de sentir y vivir el amor radicalmente más lejos.
2 comentarios:
Comparto totalmente todo lo que expones y con la lucidez que lo haces...El miedo orquestado desde el poder con objeto de reprimir el deseo y la libertad y,luego, una vez superado la excepcion y la alarma,ejercerla habitualmente y ciudadano mostrando su benevolencia.
He vivido situaciones parecidas tanto en España como Latinoamerica y en todas el objetivo era similar..
.Justificar un comportamiente que limite y homogenise a las masas.
Hoy vemos a las fuerzas del orden actuar como en los mejores tiempos del Dictador, qubrantando los derechos mas legitimos del individuo.En realidad siempre estuvieron ahi.El precio va a ser muy alto, para el trabajor sobre todo, pero el poder habra ganado la sumison y el respeto y la licencia para poder ejercer el miedo.El temor se consolida como el principio de la sabiduria.No es nuevo.Lastima que estas " excepciones" conlleven la muertes de miles - ya- de personas.Lamentable.Y S.S.ortogando indulgencia a todos los que fenezcan en esta cruzada.Lamentsble
Hola Manuel
Es cierto, es todo muy lamentable y tus palabras muy certeras.
Gracias por comentar.
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