martes, 18 de septiembre de 2018

DIPLOMACIA ECONÓMICA



En los últimos tiempos se ha encumbrado una nueva obsesión en el panorama político del país, la veracidad o no de los méritos académicos de los políticos. Al parecer no hay temas más importantes de los que preocuparse y, por supuesto, le ha faltado tiempo a todo el entramado mediático de masas para taladrar a la gente con esta cuestión.
La verdad es que me importa poco el asunto. Aunque no me extraña el revuelo montado porque la meritocracia hace mucho tiempo que se ha instalado en nuestra forma de pensar y, por tanto, parece de suma importancia que falseen estos méritos para mantener la ilusión ante su público. Tampoco debería sorprender demasiado que parte del sistema educativo se preste al juego. Esto ha sido, es y seguirá siendo así. Todo el mundo sabe que el que tiene pasta, tiene todas las facilidades del mundo para conseguir lo que se le antoje. Los que no tienen, a sudar y a esperar que se haga “justicia” con su derroche de esfuerzo y talento. Así es como funciona.

Sin embargo, en todo este asunto sí hay algo que me ha llamado la atención, por desconocimiento del asunto, y es el tema de la tesis del presidente del gobierno: La diplomacia económica española.
El Observatorio de Multinacionales en América Latina define el tema de la siguiente manera:
 Se conoce como diplomacia económica al conjunto de acciones de presión e intermediación que las instituciones públicas de un Estado realizan al servicio de los intereses en el exterior de las empresas multinacionales con sede en dicho Estado. Supone el despliegue del aparato diplomático y de la intervención de las más altas autoridades y representaciones del poder público con el objetivo de facilitar la internacionalización de esas empresas. Y es un ejemplo más del papel fundamental que el Estado juega en la expansión del capital transnacional y en la salvaguarda de los intereses de las compañías multinacionales, que priman sobre el Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

Después de leer esto empiezo a comprender. Básicamente, es lo que hace cualquier Estado para garantizar que el capital siga obteniendo beneficios sin importar nada más.
Así, proteger y amparar a los Florentino o Villar Mir de turno o a las petroleras para que sigan expoliando América Latina por encima de todo y de todos, forma parte de la diplomacia económica.
Mandar a la armada al cuerno de África para que la flota pesquera patria pueda seguir esquilmando aquellos mares forma parte de la diplomacia económica.
Afirmar que las bombas son inteligentes y no matan, forma parte de esa diplomacia para que puedan seguir lucrándose los fabricantes y los vendedores de muerte. Realizar continuos actos de vasallaje ante dictaduras como la Saudí forman parte de esa diplomacia.
Dar cobertura legal al fraude fiscal de las grandes fortunas patrias también es diplomacia económica.
Apuntalar la ocupación marroquí del Sahara mientras empresas españolas siguen sangrando sus recursos naturales, es diplomacia.
Auspiciar que la realeza y sus amantes ejerzan de agentes comerciales por el mundo (con sus consabidas comisiones por supuesto) también entra dentro de la diplomacia económica.

La lista es inacabable y en mi opinión, esto es lo que nos debería preocupar de este asunto de la tesis. El resto es puro espectáculo, entretenimiento para mantenernos ocupados y dividos.
 

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