Aceptamos cierta dosis de autoengaño para mantener el
precario equilibrio con el que tratamos de vivir. Necesitamos protegernos de
nosotros mismos y de nuestras incongruencias.
Escribo esto en plural pero en realidad hablo de mí.
Siempre escribo sobre mí, mis sensaciones, mis emociones o mis actos porque es
de lo poco que conozco con cierto nivel de certeza. Generalizo al escribir
porque me parece que no soy muy diferente del resto y que compartimos una gran
parte de esos anhelos y sensaciones que forman eso que llaman condición humana.
Pero también escribo en plural porque necesito engañarme un poco y pensar que
la mayoría es como yo. Eso me da la fuerza necesaria para sobrellevar la
cobardía con la que afronto la vida.
Por supuesto, hablo de todos aquellos que tenemos algún
grado de conciencia de que no somos seres aislados, algo de conciencia social.
Creo que la mayoría tenemos la sensación, en muchos casos, la certeza de que
casi nada en el mundo es como debiera.
En lo global, muertes, guerras, hambre, enfermedades…
Dolor y sufrimiento que en casi todos los casos es evitable. Pero lo
permitimos, con mayor o menor conciencia lo consentimos cada vez que ponemos
por encima del valor de la vida el beneficio de una mano de obra prácticamente esclava;
la comodidad de un expolio sin límites; el lujo de un estilo de vida basado en
recursos ajenos, en vidas ajenas. Necesitamos engañarnos para no caer, para no
ser conscientes del daño irreparable de un modelo vital que lo peor de todo es
que ni siquiera lo hemos elegido, ni siquiera, en la mayoría de los casos, nos
hemos planteado si existe alternativa y de haberla cómo nos gustaría que fuera.
Nos aplicamos cierta dosis de autoengaño para
justificarnos ante nosotros mismos, ante las desesperadas llamadas que nuestra
conciencia realiza cada vez que percibimos la injusticia (me refiero a lo que
de verdad consideramos justicia, nada que ver con la legalidad impuesta). Sólo
así podemos permitirnos el lujo de creer que hacemos todo lo que está en
nuestras manos, incluso como consecuencia de ello, podemos creernos que son
otros los que tienen el poder de acabar con la injusticia y, por tanto, son
otros los que deben actuar.
En lo cercano, esas dosis de autoengaño nos permiten
delimitar la zona en que queremos movernos, garantizándonos que en ese espacio
nos sentiremos seguros al tiempo que desarrollamos aquello que consideramos que
está en nuestras manos. Estas zonas son tan diversas como las personas pero hay
ciertos patrones que se repiten, al menos en los últimos tiempos y, como decía,
en lo que yo conozco: el activismo virtual, el radicalismo intelectual
combinado con un modo de vida consumista, el delegacionismo en cualquier tipo
de organización que presente algún viso de transformación por muy cosmético que
éste sea.
Todo esto nos permite mantener una pequeña esperanza
acerca de que no todo está perdido. Se tiende a pensar que si todos hicieron lo
mismo que uno, sin duda el mundo avanzaría en una dirección mejor para todos.
Pero precisamente eso es lo que hacemos la gran mayoría, cada uno con sus
inquietudes, cada cual en los ámbitos que conoce y, justo así es como
conseguimos que todo continúe igual, es decir, peor.
Nos engañamos y lo más lamentable es que lo sabemos y lo
aceptamos porque lo necesitamos. Necesitamos penar que somos la mejor versión
de nosotros mismos y eso pasa, en todos aquellos que tenemos o creemos tener
conciencia social (por pequeña que sea) porque de lo contrario nos arrastraría
una ola de desesperanza que acabaría por convertirnos en meros espectadores de
una farsa a la que llamaríamos vida.
Dicen que el primer paso es reconocerlo, así que en eso
ando. Buscando la fuerza que me permita romper el engaño, destrozando esa zona
segura porque no quiero desahogarme simplemente, quiero vivir. Vivir de tal
manera que sienta que formo parte de ese mundo que tantas veces he soñado.
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9 comentarios:
...y yo, me autoengaño tanto cuando intento rescatarme de mi naufragio en la desesperanza que no lo puedo soportar, y vuelvo a naufragar en ese mar, sin apenas esperanza de que la cosa cambie. Cuando miro con el catalejo veo que todo sigue igual: de mal en peor...
Creo que uno de los factores del autoengaño está determinado por el instinto de conservación, es decir, por la supervivencia y la búsqueda de seguridad, porque bajo estas circunstancias sólo podemos aspirar a sobrevivir y a poco más, vivir de forma consciente se convierte en una quimera pasada la infancia, solo quedan los recuerdos y los fantasmas del pasado y el temor del futuro.
El autoengaño en cierta medida también es una huida y una vía de escape que tenemos para soportar el sistema como bien dices, ahora bien, posiblemente cuando uno sabe que se autoengaña puede aparecer la conciencia, de lo contrario nos veríamos abocados al fracaso permanente.
Creo que quizá aún no hemos superado el estadio de nuestros antepasados y sus condicionamientos y por eso todavía nos dedicamos a sobrevivir, o dicho de otra forma, aún no somos totalmente seres humanos, nos falta integridad y conciencia.
Salut
Hola Sharli, me alegro de leerte por aquí de nuevo. Desgraciadamente parace que sí, la cosa sigue igual, es decir, peor.
Saludos compa.
Hola Albert
Es probable que sea una forma de huir hacia adelante. Cómo dices necesitamos superar ese estadio. La cuestión es cómo hacerlo porque de lo contrario, como bien dices, seguiremos en la lucha por la mera subsistencia.
Muy buenas reflexiones, como casi siempre.
Gracias por pasarte Genesis Turia.
Felicidades: Muy directo y, mucho mejor aún, absolutamente sincero: esto último no tiene precio, y es el mejor paliativo para tanto autoengaño.
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Me identificaba mucho con todo el texto, pero quisiera aportar una lucecita que no es fácil de ver, aún con tan concienzudo autoexamen e introspección (siempre tan deseables).
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Veamos, si percibes claramente el panorama global, haces todo lo posible para ser la mejor versión de tí mismo, y a lo mucho que llegas es a que tienes que autoengañarte para no morirte de puritito asco como un miembro más de la "condición humana", quizá ocurra que pases "algo" por alto, o que tu introspección no tenga el "margen de apertura" adecuado para ver (sentir, vivir, experimentar) algo más positivo que un decepcionante "autoengaño".
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Pero optimizar los "márgenes de apertura" es cosa muy personal, muy de la piel para adentro, es terreno minado en territorio comanche... porque cada cual somos un mundo tan distinto como original.
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Sólo puedo recomendar una lectura que a mí me cambió mucho el "margen" e hizo que me sintiera algo mucho mejor que autoengañado todo el tiempo. Quizás a tí te sirva para algo, quizás no. Pero puedes atreverte a ojear la recomendación porque a lo mejor, si miras de una forma distinta en otra nueva dirección, de repente sientas que formas parte de ese mundo que tantas veces has soñado...
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http://www.mediafire.com/view/6fkmv350omui252/Libro_Viaje_a_la_Divinidad_Ampliada_3%C2%AA_Edicion_PDF.pdf
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Para suavizar la primera impresión, si es que te descolocan mucho el título y todas esas cosas, ten en cuenta un par de argumentos básicos: las cosas casi nunca no son lo que parecen y, si quieres conseguir algo nuevo, tienes que dejar de hacer lo mismo de siempre.
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¡¡Gracias por intentarlo!! Y a vivir, que son dos días.
Hola Anónimo
Gracias por el comentario y por encender esa lucecita que comentas. Sobre todo, por el aporte. por supuesto que voy a mirarlo. Afortunadamente la curiosidad y las ganas siguen intactas y no tengo problemas tratar de hacer cosas diferentes.
Saludos compa.
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