Globalizaron
a su Dios y el culto al dinero se impuso en todos los rincones del planeta. Se
dio por finalizado el combate religioso por imponer al verdadero Dios, todo el
mundo quedó convencido y así nos propusimos adorarle hasta las últimas
consecuencias, unificando los diferentes cultos en uno sólo y con un sólo
precepto: “harás cualquier cosa por poseerme”
Globalizaron
la guerra y enfrentaron a los que jamás tuvieron ganas de hacerlo, consiguiendo
convertir el planeta en un enorme campo de batalla donde el asesinato es la
cara habitual de la vida y donde uno puede alegrarse de que en su tierra se
fabriquen las armas que matan a cualquiera en cualquier parte del mundo.
Globalizaron
el hambre hasta convertirla en tan normal que pasó desapercibida ante nuestros
ojos y empezamos a verla como algo tan natural que pensamos que pasar hambre
era bueno para la salud.
Globalizaron
el afán de tener, de poseer. Y nos encontramos con un mundo en que todo tiene
propietario y por tanto todo es susceptible de ser vendido: los seres vivos,
los inertes, el agua, la luz, la tierra, el cielo, hasta la luna es objeto de
compra-venta.
Globalizaron
la producción de todo tipo de inutilidades y consiguieron que la miseria se
extendiera imparablemente por todo el planeta mientras unos pocos llenaban sus
bolsillos con esa miseria.
Globalizaron
la democracia y la ausencia de libertad se hizo más patente que nunca.
Globalizaron
la cultura y la comida basura apareció hasta debajo de las piedras mientras la
poesía era desterrada a un universo paralelo.
Lo
globalizaron todo, o casi todo. Se olvidaron de nosotros, del ser humano. Para
nosotros tenían un plan diferente, totalmente contrario.
Nos
atomizaron, nos individualizaron, nos convirtieron en seres inconexos para
hacernos creer que éramos únicos mientras nos transformaban en una masa amorfa
y homogénea incapaz de reconocernos como iguales. Anularon nuestra capacidad de
globalizar los sentimientos, de empatizar, de amar, de sentirnos como uno sólo
frente a su mundo salvaje y miserable. Consiguieron arrastrarnos y situarnos en
la posición justa que debíamos ocupar para que toda la maquinaria de miseria y
muerte que supone su globalización funcionara a las mil maravillas. Nos
impusieron y nos dejamos hacer un moldeamiento a medida de la injusticia y el
dolor que ha supuesto su modelo.
Así
nos convertimos en seres capaces de devorar cualquier producto, a cualquier
precio, de cualquier parte del planeta pero que no conseguimos ver el dolor a
nuestro lado, ni siquiera en nosotros mismos.
Somos
incapaces de reconocer que nos golpeaba a diario un látigo que nos hace un poco
más serviles cada día, un poco más inútiles como personas.
LO GLOBALIZARON TODO Y NOS CONVERTIMOS EN NADIE, EN NADA.
Imprimir
6 comentarios:
Buen artículo :)
Quizás te interese ver o leer algo de Félix Rodrigo Mora y su "reconstrucción del sujeto". Por si no lo conoces.
Un saludo!
Felicidades. Esto es un diagnóstico certero de la esencia de la sociedad en la que vivimos.
Un saludo. Luis
Cuando a veces uno está a un paso de suicidarse mediáticamente y pasar de interenetes y puñetes...
aparece un articulo como este... y uno renueva su esperanza en seguir acudiendo al borde del mar. Sin cuestionarse si para ir o venir... sino como punto de encuentro: mar, tierra, aire...
y vuelvo a abrir el ordenador.
un fuerte abrazo Raul
Hola Anónimo
Gracias por la visita y el aporte. Algo he leído sobre el autor que recomiendas aunque no esa obra en concreto.
Un saludo.
Otro saludo para tí Luis y gracias por comentar.
Hola Iosu
No se si alegrarme de haberte salvado del suicidio mediático jeje
Aunque espero que sea para bien. Nos vemos pronto.
Publicar un comentario