Últimamente, se habla mucho de reformismo, de redefinición y de muchos otros conceptos que vienen a reflejar cuestiones similares todas ellas referidas a la actual situación económica, social y política que se extiende por la mayor parte del globo.
Es posible que haya gente que todavía crea en una especie de capitalismo amable en el que las cosas se puedan hacer de otra manera y en el que no sea necesario que la gente muera de hambre o que el planeta muera por no poder regenerarse. Tal vez, las personas de buena fe puedan creer que lo ocurrido hasta ahora ha sido un error y que todo es debido a la falta de control y la avaricia desmesurada de unos pocos. Incluso puede haber gente dispuesta a creer que la corrupción política y su dependencia de las entidades financieras y del aparato estatal es sólo una anomalía del sistema. Rozando en lo improbable, me atrevo a afirmar que hay gente convencida de que no hace ni una década el mundo funcionaba perfectamente y que todo se ha venido abajo porque no se ha sabido poner freno a la incontrolable sed de poder de unos pocos.
A todas esas personas quiero decirles que lo siento en el alma, pero que lo que hoy sucede no es más que la lógica consecuencia de los hechos pasados y, por desgracia si no lo impedimos, el inevitable anuncio de lo que está por venir.
También quiero decirles que comprendo esa manera de pensar, yo también pensaba así (lo reconozco). Fruto de la educación amablemente suministrada por el Estado, de la continua información facilitada de manera tan “democrática” por tantísimos medios de comunicación y de un ambiente social proclive a aceptar las circunstancias con resignación. Todos nos hemos visto atrapados en algún momento de nuestras vidas en ese pensamiento mágico que nos hacía creer que vivíamos en el mejor de los mundos posibles.
No quiero aparecer como un iluminado ni nada por el estilo. Sólo quiero decir una cosa: la verdadera libertad empieza por la construcción del pensamiento crítico. Debemos ser conscientes de que nadie posee la verdad absoluta, así que debemos poner en cuestión cualquier información que nos llegue (empezando por este texto, por supuesto). Hay que intentar formarse de manera continua sin despreciar las alternativas que se nos planteen hasta poder analizarlas desde varios puntos de vista. Libros, documentales, conversaciones, webs, prensa,... Todo es válido si no nos quedamos con una sola versión. Debemos romper con la costumbre de dejar que otros piensen y analicen por nosotros, esto no es más que una imposición por parte de los ocupantes del poder.
Existen muchos frentes en los que trabajar para poder iniciar este camino hacia el pensamiento crítico y cada uno de nosotros puede aportar su granito de arena. Es necesario que todas aquellas personas relacionadas con el mundo de la enseñanza y de la comunicación pierdan el miedo al poder para poder ser libres en el ejercicio de su profesión que, seguramente, han elegido de manera vocacional. Sé que es difícil para cualquier persona romper con los esquemas preconcebidos y poner en juego su lugar de trabajo y su sustento, pero es imprescindible el cambio desde dentro de estos instituciones, que junto al entorno más cercano de cada uno de nosotros son los canales más importantes a través de los que se moldean las mentes, para poder iniciar el camino hacia la libertad de pensamiento.
El entorno. El entorno somos todos y es aquí donde no hay excusa posible. El trabajo de cada uno es absolutamente imprescindible para comprender el mundo que nos rodea y nos exprime como simple mercancía. Se hace imprescindible recuperar la sana costumbre del diálogo con nuestros semejantes para intercambiar opiniones y cuestionarnos planteamientos que considerábamos como indestructibles. Resulta necesario estar permanentemente formándonos para poder avanzar como seres humanos. Sólo de esta manera, podremos iniciar la construcción de unos pilares sólidos para la creación de una nueva manera de vivir donde el ser humano y el planeta que lo sostiene estén por encima de cualquier otra consideración. Una sociedad donde la norma sea el justo reparto de todo lo que contenga y donde no haya cabida para estructuras de poder ya que éste recaerá sobre todos nosotros.
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4 comentarios:
Necesitamos de ese pensamiento crítico. Es el que nos permite convertirnos en personas que toman decisiones con un menor riesgo de manipulación mediática.
Los beneficios no solo son para el individuo sino para toda la sociedad y el mismo pensamiento colectivo.
Podemos así fraguar la inteligencia social que necesitamos para afrontar esta nueva etapa de transformación.
Hola Camino
Yo diría que es imprescindible ese pensamiento crítico.
Comparto totalmente la idea de que necesitamos fraguar ese tipo de inteligencia social para afrontar los retos del mundo actual.
Un saludo.
Por todo ello es tan importante el organizarse al margen del Estado y sus instituciones, liberar espacios destinados a ello y crear tejido social.
Se avecinan tiempos movidos con el adelanto electoral, habrá que estar atentos.
Efectivamente Arturo, hay que trabajar en espacios y estructuras creadas por nosotros mismos.
Parece que el otoño será calentito.
Un saludo.
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