Conocimientos encapsulados y falta de visión de conjunto. Ausencia de un marco relacional, de alguna teoría que dote de sentido todo lo experimentado.
La cultura
general ha muerto. Viva lo selectivo, lo parcial. Lo único general que nos ha
llegado es la ignorancia.
Ahora cada
uno debe saber sólo aquello que le está destinado según sea su edad, o su
status o cualquier criterio que la máquina nos asigne. Más allá de eso, todo es
un erial. La nada y, por tanto, la asimilación acrítica y finalmente, la
delegación en los expertos correspondientes.
A mayor
ignorancia, mayor credulidad.
Estamos en
un momento en que nos lo tragamos todo. Por muy excéntrico que nos parezca
algo, siempre habrá un nutrido grupo de personas dispuestas a convertirse a la
nueva religión. Ser crédulo permite la identificación grupal. Por muy
superficial que parezca posibilita la obtención de una identidad, ser parte de
un grupo, el que sea. Y esto no es una cuestión menor.
Vivimos en
una desconexión vital en la que todo lo que sucede parece no tener relación
alguna con lo que nosotros podemos hacer o sabemos hacer. Hemos asimilado la
externalización capitalista de forma tan intensa que hemos desterrado la
posibilidad de la acción propia. Hemos llegado a un punto tal que desconfiamos
de aquellos que defienden esa vía e, incluso, se atreven a practicarla. Enseguida
desdeñamos esa posición por inútil y desgastante. Tiene su lógica, es mucho más
cómodo permanecer a la espera comportándonos como receptores pasivos (como el
que espera un paquete que hace días que pagó) confiando en que el resto del
mundo haga su trabajo sin ser conscientes de que nosotros formamos parte de ese
resto del mundo.
De nuevo,
surge esa imagen de las burbujas en la que cada individuo cree vivir una vida
única, desligada del resto sin llegar a darse cuenta de que forma parte de un
todo más grande surgido de un lugar común.
2 comentarios:
Una exposición muy acertada que propicia múltiples reflexiones.
Es tal la cantidad de lubricante que se vierte sobre los posibles referentes que, finalmente, todos se nos escurren de las manos volatilizándose en las pantallas. No sé si alguna vez hubo un tiempo en que la claridad cuasi obscena de la existencia propiciara tanta confusión.
Salud
Gracias por el aporte, Loam.
"No sé si alguna vez hubo un tiempo en que la claridad cuasi obscena de la existencia propiciara tanta confusión." Me parece un resumen fantástico.
Salut.
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