Así es, no sé todo. Lo admito, me señalo y cargo con ello. No sólo eso,
sino que además no tengo algo que decir ni (que) opinar sobre cada
acontecimiento que me sitúan delante de los ojos los medios de comunicación o
las redes sociales. Eso no significa que apoye una determinada postura por
omisión; significa, simplemente, que no tengo nada que aportar sobre
determinada cuestión por desconocimiento o porque no me gusta repetir
argumentos u opiniones ajenas para conseguir la bendición de nadie.
Pensaba que el fenómeno de los “expertos en todo” se reducía a ambientes
muy específicos. Lugares como los bares, los mass media y los escalafones de
los partidos políticos donde habitan sus cabezas visibles… siempre han estado
repletos de gente con una necesidad imperiosa de dar su opinión sobre todo
(normalmente acompañan esta necesidad con la creencia de estar en posesión de
la verdad, por supuesto, su verdad que es la única).
Pero hace tiempo ya, que este fenómeno se ha expandido de manera imparable
alcanzando todos los rincones de la sociedad.
La ingente cantidad de ruido lanzado sobre nosotros a través de Internet y
la velocidad a la que es posible asimilar y responder a todo eso, ha creado la
ilusión de tener al alcance de la mano todo el conocimiento y la información
disponible en el mundo. Automáticamente, esto nos ha convertido en potenciales
expertos en cualquier tema por muy ajeno que éste sea a nuestra vida diaria.
No tengo nada en contra de que la gente nos informemos, más bien al
contrario, me parece fantástico. Aunque estaría bien que, además, nos formemos
y hasta incluso que tratemos de establecer algún tipo de relación entre todo
esto y nuestra forma de desenvolvernos en el mundo. Intentemos hacerlo con
algún tipo de filtro crítico y escéptico antes de dar por buena cualquier
teoría o hecho y su contrario. Incluso, debemos estar dispuestos a admitir que
hay cuestiones que nos superan (ni que sea de momento) y que por tanto no
podemos tener una opinión sólida al respecto.
Esta proliferación de “expertos en todo” no me importa en absoluto cuando
me la encuentro en reuniones familiares, en un bar, o en el trabajo. He de admitir que incluso me divierte según
cómo sea. Pero me parece mucho más preocupante cuando me la encuentro en ambientes
alternativos donde se supone que el pensamiento crítico es algo importante. Me
resulta especialmente triste constatar que en muchas ocasiones las personas con
opiniones formadas sobre todo no hacen más que repetir argumentaciones y
discursos ajenos que ni siquiera son capaces de explicar cuando se les
pregunta. Lo sé porque seguramente leo las mismas páginas y los mismos textos
que ellos.
Es justo en ese momento cuando todo suele terminar, porque es entonces
cuando los expertos suelen acudir a los grandes tótems del asunto en cuestión
que se esté tratando o, directamente, a las sacrosantas palabras de los grandes
gurús de la ideología política que predomine en ese ambiente. Y claro, llegado
a este punto también admito que no me he empapado las obras completas de ningún
ser humano al que se le otorgue la autoridad máxima en cualquier –ismo. Así que
una vez este dato salta a la palestra de una u otra forma, parece ser que
automáticamente me invalida para cuestionar esos argumentos de dicho experto. En
ocasiones, incluso, me convierte en sospechoso de colaboracionismo con el
enemigo, reaccionario o pequeño burgués según de dónde venga la acusación.
En fin, hay tantos frentes abiertos, tantas cuestiones que nos afectan de
una forma brutal y directa que resulta dificilísimo estar bien
informado/formado sobre todo. Personalmente, no lo estoy pero me niego en
redondo a que eso sea un motivo para tener que aceptar imposiciones
argumentales o ideológicas.
Si no somos capaces de apoyarnos y fomentar la coeducación entre nosotros,
si no es posible el debate sin miedo a ser excluido, si la capacidad de
transmitir conocimiento y experiencia sólo se utiliza para colgarse medallitas
absurdas en lugar de utilizarla para ampliar las posibilidades de revuelta,
entonces todo queda reducido a la mínima expresión y nada puede suceder más
allá del pequeño grupo de autoproclamados expertos.
Más o menos lo que sucede ahora.
Imprimir
4 comentarios:
Totalmente de acuerdo contigo, ya no es sólo la cantidad de información si no, además, el hecho de la contra información que dificulta enormemente la elaboración de un criterio ajustado a la verdad en cualquier área.
Hola, gusté de tut texto, lo traduje al galego y lo publiqué en mi blog. dando el enlace a tu blog, por supuesto:
https://ogajeironagavea.wordpress.com/2016/11/19/reconheco-nom-sei-de-tudo/
Saúdos e saúde!!
Hola Juan Mnanuel
Gracias por la visita y por dejar tu comentario. Saludos.
Hola ogajeironagavea
Gracias por la visita y el trabajo de traducción. Me alegra muchísimo.
Saludos
Publicar un comentario