Después de un par de años, sigue
con mayor intensidad, si cabe, el aluvión de casos de corrupción en las esferas
políticas. A cada momento de multiplican las noticias que desde todos los
medios de desinformación sin excepción se lanzan. Por eso, nos vemos en la
obligación de actualizar una entrada publicada con anterioridad y ahondar un
poco más en el tema.
La idea que se está tratando de
transmitir es tan simple como atractiva: el problema es la corrupción política
y el deficiente sistema democrático fruto de la transición. Por tanto, la
solución a todos nuestros problemas reside en arreglar esto. Así, siguiendo
esta línea argumental, nos encontramos con la corrupción política generadora de
una crisis de representatividad (de paso aderezada con la corrupción de la casa
irreal) y un bipartidismo incapaz de seguir creando ilusiones creíbles para la
población son los nuevos mártires a sacrificar en el teatro capitalista.
Seamos sinceros, la corrupción
política es intolerable y una muestra más del desprecio absoluto que sienten
por aquellos a quien dicen representar pero, desde luego, no es la excepción
dentro de la normalidad democrática en la que nos dicen que vivimos. Todos los
casos que aparecen cada día en las noticias no son más que un botón de muestra,
la corrupción es algo inherente al sistema capitalista.
No hay que entrar demasiado en
detalle para que cualquiera pueda ver claramente que todo gobierno no es más
que un órgano gestor de los intereses de los poderosos. El poder económico se
sirve del político y, éste, recoge el fruto por el trabajo bien hecho. Los
gobernantes, como buenos empleados, venden su fuerza de trabajo al mejor
postor. Eso es todo. Unos lo llaman corrupción; otros funcionamiento normal de
las dictaduras parlamentarias. No podemos esperar otra cosa de un sistema en el
que todo y todos somos meras mercancías y cuyo único objetivo es el beneficio
económico y la dominación. Lo que pasa con los partidos políticos es un granito
de arena más de la corrupción dentro de un sistema corrupto desde la médula.
Un sistema político social que
ensalza valores como el éxito, la competitividad, el crecimiento ilimitado, la
posesión personal a través del ejercicio de la dominación y el fomento del
consumo desmesurado y llevado al límite de lo absurdo conduce,
irremediablemente, a la corrupción como vía rápida para conseguir todo esto.
Así, el capitalismo, premia la corrupción como método a seguir en cualquier
esfera de la vida.
Corrupción en la política cuando
se usa el poder para el propio beneficio o el de terceros, corrupción en la
esfera laboral cuando se pagan salarios de miseria y se exige la vida del
trabajador, corrupción en la educación cuando se fomentan los valores
capitalistas a sabiendas de que esto conlleva una sociedad desigual, corrupción
en la sanidad cuando se medicaliza a las personas bajo cualquier pretexto y se
ignoran los factores sociales y ambientales que nos enferman, corrupción en las
relaciones sociales cuando se intenta aparentar lo que no se es a base de
posesiones materiales sin sentido, corrupción en la justicia cuando
sistemáticamente se criminaliza a la gente que lucha, corrupción en la
universidad cuando la intelectualidad justifica y legitima un sistema criminal,
corrupción en los servicios sociales al permitir la miseria oficializada en
lugar de denunciar la injusticia social, corrupción en los medios de
comunicación cuando sirven de altavoz del poder en lugar de avanzadilla de la
sociedad, corrupción en los cuerpos policiales y militares que defienden los
intereses del poder a sangre y fuego,…
Pero en realidad, sí debemos ir un
poco más allá para ver cómo la corrupción está en la esencia misma de este
sistema y todos estamos alcanzados por ella.
En este sentido me gusta la
segunda acepción que el diccionario de la RAE da del término corromper: Echar a perder,
depravar, dañar, pudrir. Exactamente
eso es lo que ha sucedido y sucede con la esencia humana, echada a perder desde
el mismo instante en que aceptamos someternos a las diferentes condiciones que
están en la misma base del sistema de dominación humana bajo el que vivimos.
Aceptamos que nuestras vidas orbiten alrededor del dinero (que ni se respira,
ni alimenta) que nos es más que papel mojado que funciona simplemente porque
nos lo creemos, porque confiamos en él cuando no somos capaces de confiar en la
mayoría de seres humanos. La aceptación del dinero conduce inevitablemente
(porque el poder así lo establece, ya que para la mayoría de las personas es la
única manera de obtener dinero) a la prostitución del trabajo asalariado que es
la mayor fuente de corrupción de lo humano. La necesidad de trabajar para
vivir, de ganarse la vida, está en la esencia misma de la corrupción. Cuando
uno no es libre de vivir como quiere sino como debe para poder acceder al
trabajo y así a la vida, inevitablemente se ve obligado a aceptar cualquier
tipo de condición e imposición. Una vez superado ese listón la deshumanización
es tal que cualquier cosa a la que los medios de desinformación llaman
corrupción nos parece normal porque en el fondo, todos sabemos que eso es lo de
menos al lado de lo que “debemos” hacer cada día para sobrevivir.
Por eso, el poder pretende centrar
toda la rabia y el desengaño de la gente en la corrupción política, porque así
mantiene intactos todos los demás ámbitos de corrupción, que son mucho más
importantes para el buen funcionamiento del sistema. Al fin y al cabo un
gobierno es lo más fácil de sustituir (incluyendo la jefatura de estado si hace
falta). Todas las alternativas están previstas y las cartas ya están sobre la
mesa para que nada cambie, reconduciendo como siempre el malestar social hacia
la legitimación del sistema a través del planteamiento de falsas alternativas
que aglutinan ese malestar.
Sin embargo, como cada vez que el
poder se descubre, abre una ventana a la oportunidad de la respuesta popular y
eso es algo que no podemos desaprovechar. Si la chispa que lance
definitivamente a la gente a la calle es la corrupción, pues que sea. Pero que
no se pierda la perspectiva de lo que realmente es el problema: el Capitalismo
y el sistema de dominación que lo sustenta.
Imprimir
3 comentarios:
"término corromper: Echar a perder, depravar, dañar, pudrir"
Muy interesante :)
Interesante!! Hace poco me preguntaba yo por qué el poder permitía que se destapara tanta corrupción de sus marionetas, qué intencionalidad esconden. Seguro que no tardan en aparecer salvadores. En fin, dudo mucho que esto encienda la chispa de la revuelta social, si no ha saltado ya... Nos hemos habituado a que nos sodomicen.
Hola
Sinceramente yo tampoco espero nada, creo que me pueden más las ganas que otra cosa. Además parece que el sistema ya nos ha preparado la solución, así que vamos a seguir como si nada.
Publicar un comentario