Vivimos tiempos difíciles.
Las últimas medidas
tomadas por los farsantes que ejercen el control del Estado nos acercan un poco
más a la esclavitud total que el capitalismo tiene reservada para la mayoría de
la población mundial, incluida nuestra sociedad occidental que se creía inmune
a la depredación del sistema.
En los últimos años el
“capitalismo amable” se ha revelado como una trampa mortal en la que la mayoría
caímos sin mirar atrás. Ahora no tenemos excusa, vemos a diario cuál es la
verdadera cara de todo esto. Nos escandalizamos al ver cómo pretenden que
vivamos como trabajadores chinos, sin embargo durante años no nos ha importado
vivir mejor a costa de ellos siempre pensando en lo bien que se vivía en
nuestro pequeño paraíso de objetos inútiles pero baratos, que en nada
enriquecían nuestro espíritu pero que nos llenaban el alma de un gozo estéril.
Qué poco nos importaban esos millones de pequeños seres humanos que trabajaban
innumerables horas cada día para que nosotros disfrutáramos del último modelo
de zapatillas, o de los miles que se jugaban la vida a cada instante para que
pudiéramos lucir el móvil más futurista. Ahora nos sorprendemos cuando vemos
que uno de cada tres niños en nuestro país se acuesta sin cenar porque en su
casa ya no pueden ofrecerle la comida suficiente. Nos parece mentira que un
cuarto de la población española viva por debajo del umbral de la pobreza. Sin
embargo, esa es la realidad. Parece que empezamos a tomar conciencia de lo que
este sistema representa para los seres humanos: esclavitud, dolor y muerte. En
el mejor de los casos, viviendo bajo ese “capitalismo amable” una vida carente
de esperanzas y proyectos dedicada a vendernos a cambio de nuestro trabajo
hasta el final de nuestros días.
Eso que llaman Estado
democrático, de derecho y social, por fin, se nos ha revelado como el auténtico
Estado dictatorial que es. Una tras otra las cartas se han ido levantando hasta
dejar a la vista la cruda realidad que durante años hemos preferido ignorar:
somos simple mercancía que consume y es consumida. Para ellos, no tenemos más
valor que el que nos atribuyen como fuerza bruta (cuando es necesaria) y como
consumidores del producto de la fuerza bruta de los demás. Cuando dejamos de
tener ese valor simplemente nos condenan a desaparecer. Estos Estados
democráticos nos tuvieron durante décadas engañados con su estado del bienestar
que no era otra cosa que su manera de mantener sana a la masa trabajadora y su
forma de adoctrinarla en las bondades de la sociedad de consumo. Cuando el objetivo
se ha cumplido, cuando todo vestigio de revolución social ha sido extirpado han
dado por finalizada esta fase y han iniciado un nuevo camino, el camino sin
retorno que tan bien conocen dos terceras partes de la población mundial ya que
lo han padecido desde tiempos inmemoriales.
Lo dijimos hace tiempo
e insistimos, no es posible volver atrás. La solución no pasa por proyectos
políticos, con sus estructuras altamente antidemocráticas, situados dentro del
actual juego sistémico (ni proyectos mayoritarios ni minoritarios) que jamás se
atreverán a romper las normas ni a atacar las raíces de este sistema tan
injusto.
En el Estado Español
tenemos infinitos ejemplos de opciones políticas que con diferentes máscaras
sirven a los intereses del capital. No hay uno sólo, desde la rancia derecha
del PP o UPyD hasta la supuesta izquierda radical como IU o Bildu, que no
acaten a pies juntillas los dictados de los grandes jerifaltes del capitalismo.
La peor parte, como siempre en estos casos, se la lleva esa supuesta “izquierda
de verdad” (la derecha no engaña, va a lo que va y quien no lo quiera ver tiene
un problema) que a la mínima que alcanzan un poco de poder pone su mejor cara
de resignación y dice que tiene las manos atadas y que las circunstancias obligan.
En fin, si la hipocresía fuera comestible podríamos alimentarnos todo el
planeta sin problemas con esta pandilla de embaucadores.
Pero vamos a ser un
poco honestos. Esto pasa aquí y en todas partes y es bien cierto que nada
pueden hacer. Por supuesto, omiten decir que sería imposible seguir chupando
del bote y hacer política a favor del pueblo y la libertad. Obviamente, ante la
disyuntiva nadie se saca la teta de la boca y siguen jugando el papel que
tienen asignado.
Decíamos que esta
situación no es exclusiva del Estado Español. El capitalismo controla el juego
político a su antojo como vimos en Grecia e Italia cuando decidieron imponer
directamente a sus Gobiernos. Incluso se permiten el lujo de, ante la supuesta
amenaza que representaba Syriza (“la izquierda radical” según repetían
machaconamente todos los medios de desinformación) que no era más que una
amalgama de la izquierda socialdemócrata y varios colectivos antiglobalización,
de poner en marcha su maquinaria de control social para asegurarse el resultado
más conveniente.
Por tanto, no cabe más
que pensar que la salida de esta situación no pasa por la política oficialista
que como mucho pondrá todas las tiritas que pueda para aminorar la hemorragia
sin decidirse jamás a atacar la causa de la enfermedad.
La salida pasa por
nuevas formas de organización y participación, en la que todo el mundo pueda (y
lo haga) implicarse de manera directa. También pasa por romper esas cadenas
mentales que nos unen a un modelo de vida, el capitalista, que no se corresponde
con la esencia humana ni con nuestro lugar dentro de ese todo llamado Tierra.
Pasa por recuperar la fe en nuestra propia potencia creadora y en aunar
esfuerzos con el resto.
En definitiva pasa por
creer de verdad que ese otro mundo es posible y por desear que ese otro mundo
sea una realidad. A partir de ahí, hay que obrar en consecuencia (a cada cual
su historia personal, su conciencia político-social,… le hará seguir su camino
en ese obrar en consecuencia) y, sobre todo, no desfallecer jamás.
7 comentarios:
Otro mundo ... no sé si es posible, pero desde luego es NECESARIO.
El problema que veo es que frente al sistema no hay una alternativa organizada.
Mucha gente cree que esto es cuestión de que se pongan de acuerdo los grandes partidos. ¡¡¡¡NO!!!! Ellos, y toda la caterva de "expertos masterizados" nos han traído a ésto (con nuestro alborozado consentimiento, no lo olvidemos).
Si queremos cambiar, no basta con votar a otro partido. Hay que cambiar de verdead y esos sólo se consigue sin cambiamos interiormente. En cualquier caso el proceso va a ser muy traumático
Un saludo
j
Hola unsui
Los grandes cambios suelen ser traumáticos pero es necesario pasar por ahí si queremos que el cambio sea verdadero. Yo tampoco creo que ningún partido sea la solución y de hecho creo que esa vía nos acercará cada vez más a una especie de neofascismo.
Desde luego, el primer paso es el personal y es ineludible.
Un saludo.
EL FASCISMO ES:
La abierta y descarada explotación de los trabajadores por parte de la clase parasitaria burguesa.
EL FASCISMO ES LA ACUMULACIÓN DEL CAPITAL SOBRE LA SANGRE DEL OBRERO.
EL FASCISMO ES EL IMPERIALISMO DE HOY EN DÍA.
Aquello de la estética y la charlatanería del fascismo de tipo alemán quedó muy antiguo, y la burguesía de hoy se cuida mucho de diferenciarse y separarse de ese tipo de fascismo por el nefasto recuerdo que guardan los pueblos.
Pero la esencia entre el Imperialismo y el Fascismo es la misma. La forma es distinta, pero la esencia la misma.
Enhorabuena por tu trabajo, QuebrantandoElSilencio. Te dejo el enlace al ultimo post del blog alterglobalizacion, en sintonía con el tuyo. http://alterglobalizacion.wordpress.com/2013/06/11/sociedad-vertical/Abrazos.
Otro mundo no sólo es posible sino que se está fraguando y construyendo entre todos, esto es imparable, en nuestra mano está la duración del cambio, no sé si serán 25 años, 50 años o dos siglos, pero todo ha empezado ya.
Gracias por el artículo Quebrantando El Silencio!
La Tribu Que Coopera
www.latribuquecoopera.com
Gracias por la visita Alterglobalización. Siempre muy interesante pasarse por tu blog.
Un saludo.
Hola La tribu que coopera.
Está en nuestras manos y hay que ponerse a ello cuanto antes.
Un saludo.
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