Ha transcurrido un año ya desde que empezara el denominado Movimiento 15M o de las Indignadas. Sé que se ha escrito muchísimo al respecto pero como ha sido un periodo de tiempo muy intenso en lo personal, no quiero dejar pasar la oportunidad de hacer una valoración desde mi propia experiencia.
Vaya por delante que jamás me había visto involucrado en un acontecimiento tan masivo en el que el ánimo imperante era el de una “revolución ética y social” (lo pongo entre comillas porque con el paso del tiempo he ido descubriendo que eso era el sentir de muchas de las compañeras, pero pronto se vio relegado por la urgencia y el discurso economicista de una parte de las personas que ha acabado por convertirse en el discurso dominante en la mayoría de las Asambleas).
Sin lugar a dudas y a pesar de la gran cantidad de críticas que ha recibido el 15M, tanto desde la derecha como de la izquierda (la que dice ser la verdadera) debo mencionar varios aspectos muy positivos que son con los que personalmente me quedo:
- La recuperación de las plazas como espacio público de verdad. Se ha traslado el debate y la formación política a la calle devolviéndole su condición de ágora popular. La naturaleza del 15M como espacio de encuentro ha permitido iniciar el camino de la superación de la atomización de la sociedad y fortalecer el aspecto más social de las personas. Asimismo, ha atraído al compromiso político a muchas personas que anteriormente vivían totalmente ajenas a esa esfera fundamental de la esencia humana.
- La adopción de la asamblea como forma de organización popular. Soy consciente que la mayoría de las asambleas que se han producido en las diferentes plazas distan mucho del ideal asambleario fundamentado en la reflexión e implicación personal y en la confianza y el apoyo entre sus miembros. Sin embargo, el sólo hecho de hacer propio este mecanismo como el más justo para la expresión política tiene un valor por sí mismo. Hemos reconocido que todas las voces son importantes y que la única representación verdadera es la de uno mismo.
- El contacto personal con muchas personas partidarias de una verdadera revolución ética que ha permitido compartir conocimientos e informaciones que, sin duda, me ayudan en mi autoformación del conocimiento. Estos contactos dan una nueva dimensión al lado social de las personas y han dado lugar a fantásticas conversaciones y acciones que me han ayudado a crecer como persona.
Como en toda valoración, hay una parte menos positiva del asunto. En este caso es más una idea global, poco definida pero que se sustenta en la falta de compromiso ético y personal por parte de muchas personas.
Esto no va de juzgar a nadie, puesto que cada una conoce sus circunstancias mejor que nadie, pero algo que me ha desanimado bastante a lo largo de este año ha sido el constante goteo de gente que abandonaba las plazas, quiero pensar que por motivos múltiples, pero que, al fin y al cabo, decidían dejar ese camino tan ilusionante que se iniciaba hace un año.
No puedo quejarme, era de esperar. Salvo honrosas excepciones que decidieron dejar las plazas para continuar la lucha desde sus anteriores posiciones en multitud de colectivos (la mayoría ante la pérdida de ilusión tras las primeras deserciones. Otros, los menos, tras comprobar que nada podían sacar en beneficio de sus luchas particulares) la mayoría de gente se desinfló al comprobar que nada había cambiado tras un par de meses de intensa actividad. Vivir en la sociedad de la inmediatez tiene estos inconvenientes, estamos tan acostumbrados a tenerlo todo rápidamente y casi sin esfuerzo que el menor inconveniente nos tira para atrás. La ingenuidad de los que pensaban cambiar el mundo en dos días dejó las plazas medio vacías, sin embargo, la gente consciente ha comprendido que esto es una carrera de fondo y ha sabido mantener y agrandar el trabajo realizado desde las Asambleas.
Otra cuestión a destacar ha sido el desmesurado activismo que ha acabado por quemar a mucha gente y ha diluido las fuerzas en un sin fin de proyectos “alternativos”.
Finalmente, quiero acabar dando mi opinión sobre el futuro más inmediato de lo que me gustaría fuera el 15M.
La principal tarea que debe ocuparnos es continuar con la autoformación y expansión del conocimiento crítico y del ser político. Sólo con personas conscientes y críticas con el sistema vigente será posible iniciar el verdadero camino hacia esa ansiada revolución ética. Por supuesto, no hay que dejar de lado el aspecto reivindicativo pero no debe recaer únicamente sobre el 15M el peso de la iniciativa puesto que para ello ya existen sindicatos, y colectivos que llevan años realizando esa labor. Sin embargo, no debe olvidar la denuncia original que salió de las gargantas de millones de personas: vivimos bajo un sistema partitocrático que debe ser combatido en todas sus formas porque es el único camino para derribar el sistema capitalista que nos ha llevado hasta aquí.
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2 comentarios:
Així és Raul. També som molts els que ja no ens passem per les assemblees del 15m, però estem fent força i intentant eliminar les barreres que existeixen per a crear una gran massa crítica unitaria, transformadora, desde la base, l'autogestió i aglutinadora. Però encara hi ha molta feina per fer entre tots i totes. Si no som capaços de creurens amb força i possibilitats, no serem capaços de conseguir-ho. Així que fa falta empoderar-nos per a trencar certes actituts que al no veure possibilitats reals d'avançar, només busquen la possiblitat d'aconseguir massa i interessos cap als seus porpis plantejaments i/o organitzacions.
S'han de crear unions fortes i constants entre tota la gent i assemblees que pensem així, de vegades és la pressió social la que pot aconseguir que milers de discusions i assemblees no son capaces d'aconseguir.
Salut i molta força.
PD: aquesta vegada firme amb el correu pseudònim del correu 22laplana
Exacto, la cuestión no es desde que lugar se realiza el trabajo sino que ese trabajo permita la concienciación necesaria para que todo el mundo crea en sus posibilidades de luchar (y vencer)por el mundo que desea.
Vinga, ens veiem "anónimo".
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