Siguiendo en la línea del anterior post, he decidido continuar aclarando posiciones.
Últimamente, hablando con unos y con otras, ha surgido la cuestión de cómo posicionarse ante la próxima cita electoral. El planteamiento de salida viene a ser el siguiente: qué hacer para intentar mejorar la situación.
En mi opinión, esta premisa inicial es errónea porque considero que se pueden hacer muchas cosas pero, desde luego, ninguna de ellas depende ni va a depender de lo que pase el día de las elecciones. Me sorprende que, de repente, vuelva a aparecer ese miedo a que ganen unos u otros. No soy un veterano en la lucha por una manera de vivir basada en otros valores, pero si hay una frase que he oído hasta la saciedad en este periodo de tiempo ha sido: “lo llaman democracia y no lo es”. Entonces la pregunta aparece por sí sola: si no es una democracia ¿por qué estamos discutiendo sobre qué hacer frente a las elecciones? Y si, además, añadimos la coletilla que siempre acompaña al primer slogan “es una dictadura y lo sabéis”, creo que no hay más que decir. ¿Qué valor tienen unas elecciones bajo el puño de una dictadura? Todos nos hemos puesto de acuerdo en que el poder, en la actualidad, reside en el sistema financiero y los grandes inversionistas que actúan a través de sus lacayos políticos con el único objetivo de someter a la población mundial para su propio beneficio. Entonces, qué sentido tiene participar. El único que yo le veo es la aceptación de toda esta maquinaria opresora esperando, tal vez, incorporarnos a ese grupito de peones que viven de las migajas del sistema.
Obviamente, no defiendo la no participación sin más, defiendo la participación política verdadera, la que, día a día, se hace desde abajo, desde la calle en la lucha diaria. Defiendo el papel del pueblo como auténtico poseedor del poder, creo que somos todos y todas los que debemos organizarnos para decidir por nosotros mismos cómo debe ser el modelo político, social y, por ende, económico en el que queremos vivir. Eso no es posible bajo una dictadura partitocrática en la que priman los intereses personales y de partido por encima del bien de las personas. Se habla de democracia representativa porque, supuestamente, los políticos representan la voluntad del pueblo. Sin embargo, esa voluntad jamás es escuchada y mucho menos existe un espacio para que se exprese. Por otro lado, esa voluntad ha sido anulada a base de constantes bombardeos (mediáticos en unos países y literales en otros) y de consumismo (desaforado en los primeros y reducido hasta la inanición en los segundos). Se nos dice que nuestra manera de expresar esa voluntad es a través de las urnas en una especie de fiesta de las libertades (cuántas veces he oído decir “la suerte que tienes de que ahora se puede votar”), sin embargo, la libertad de ese día consiste en meter un sobre dentro de una caja, ahí termina todo.
No necesitamos representantes, necesitamos tomar las riendas de nuestras vidas. No es posible creer que unas estructuras totalmente jerarquizadas y dependientes de las dádivas de los bancos y el Estado vayan a defender los intereses de las personas, máxime cuando, la mayor parte de las veces, estos intereses chocan frontalmente con los perseguidos por estos benefactores de los partidos. Jamás en la historia de este sistema político-económico se ha legislado a favor de las personas frente al capital, jamás. Ninguna decisión política relevante ha sido tomada contra estos grandes capitales. Es más, todavía recuerdo cuando el actual presidente del gobierno sentado junto a un sonriente César Alierta anunciaba el fin del impuesto del patrimonio allá en 2008 (para los que se sientan tentados de replicar usando el anuncio del retorno de este impuesto, sólo una respuesta: por favor evitémonos estas tonterías).
Definitivamente, me he conseguido organizar en lo referente a esta cuestión. Para mí sólo existe una democracia, la que se basa en la participación directa y única de todas las personas, sin partidos.
Últimamente, hablando con unos y con otras, ha surgido la cuestión de cómo posicionarse ante la próxima cita electoral. El planteamiento de salida viene a ser el siguiente: qué hacer para intentar mejorar la situación.
En mi opinión, esta premisa inicial es errónea porque considero que se pueden hacer muchas cosas pero, desde luego, ninguna de ellas depende ni va a depender de lo que pase el día de las elecciones. Me sorprende que, de repente, vuelva a aparecer ese miedo a que ganen unos u otros. No soy un veterano en la lucha por una manera de vivir basada en otros valores, pero si hay una frase que he oído hasta la saciedad en este periodo de tiempo ha sido: “lo llaman democracia y no lo es”. Entonces la pregunta aparece por sí sola: si no es una democracia ¿por qué estamos discutiendo sobre qué hacer frente a las elecciones? Y si, además, añadimos la coletilla que siempre acompaña al primer slogan “es una dictadura y lo sabéis”, creo que no hay más que decir. ¿Qué valor tienen unas elecciones bajo el puño de una dictadura? Todos nos hemos puesto de acuerdo en que el poder, en la actualidad, reside en el sistema financiero y los grandes inversionistas que actúan a través de sus lacayos políticos con el único objetivo de someter a la población mundial para su propio beneficio. Entonces, qué sentido tiene participar. El único que yo le veo es la aceptación de toda esta maquinaria opresora esperando, tal vez, incorporarnos a ese grupito de peones que viven de las migajas del sistema.
Obviamente, no defiendo la no participación sin más, defiendo la participación política verdadera, la que, día a día, se hace desde abajo, desde la calle en la lucha diaria. Defiendo el papel del pueblo como auténtico poseedor del poder, creo que somos todos y todas los que debemos organizarnos para decidir por nosotros mismos cómo debe ser el modelo político, social y, por ende, económico en el que queremos vivir. Eso no es posible bajo una dictadura partitocrática en la que priman los intereses personales y de partido por encima del bien de las personas. Se habla de democracia representativa porque, supuestamente, los políticos representan la voluntad del pueblo. Sin embargo, esa voluntad jamás es escuchada y mucho menos existe un espacio para que se exprese. Por otro lado, esa voluntad ha sido anulada a base de constantes bombardeos (mediáticos en unos países y literales en otros) y de consumismo (desaforado en los primeros y reducido hasta la inanición en los segundos). Se nos dice que nuestra manera de expresar esa voluntad es a través de las urnas en una especie de fiesta de las libertades (cuántas veces he oído decir “la suerte que tienes de que ahora se puede votar”), sin embargo, la libertad de ese día consiste en meter un sobre dentro de una caja, ahí termina todo.
No necesitamos representantes, necesitamos tomar las riendas de nuestras vidas. No es posible creer que unas estructuras totalmente jerarquizadas y dependientes de las dádivas de los bancos y el Estado vayan a defender los intereses de las personas, máxime cuando, la mayor parte de las veces, estos intereses chocan frontalmente con los perseguidos por estos benefactores de los partidos. Jamás en la historia de este sistema político-económico se ha legislado a favor de las personas frente al capital, jamás. Ninguna decisión política relevante ha sido tomada contra estos grandes capitales. Es más, todavía recuerdo cuando el actual presidente del gobierno sentado junto a un sonriente César Alierta anunciaba el fin del impuesto del patrimonio allá en 2008 (para los que se sientan tentados de replicar usando el anuncio del retorno de este impuesto, sólo una respuesta: por favor evitémonos estas tonterías).
Definitivamente, me he conseguido organizar en lo referente a esta cuestión. Para mí sólo existe una democracia, la que se basa en la participación directa y única de todas las personas, sin partidos.
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7 comentarios:
Totalmente de acuerdo, la parafernalia del 20N solo sirve para que las conciencias de estos fascistones les relaje pensando en la suerte que tiene este pais de tener una democracia en la que ellos solos son los beneficiados, se piensan que porque podamos ejercer el voto y poder hablar de politica(y cuidadin que se habla)somos un pais libre en el que todos somos iguales y tenemos lo mismos derechos o por lo menos es la imagen que proyectan en el exterior,aqui dentro se ha convertido en un campo de concnetracion en el que somos libres sin dinero ni futuro un saludo raul
Sabemos dónde queremos llegar, pero tenemos un grave problema: NO SABEMOS CÓMO.
¿Te refieres a la anarquía? Como ideal me parece perfecto, sería lo que todos demandaríamos. Un sueño cumplido. Pero como en realidad yo llegué a la conclusión de que no es posible mientras haya personas "malas" (por llamarlas de alguna forma) en el mundo. Siempre vamos a necesitar alguien que controle. Y más aún he llegado a la conclusión de que si queremos cambiar algo, hay que hacerlo desde dentro, participando en el sistema. Desde fuera poco podemos hacer, ya lo hemos visto, todas las manifestaciones del 15M se las han pasado por el forro (con perdón). Creo que es el momento de tomar partido en las urnas, con alguna agrupación política y cambiar las cosas desde ahí. La no participación nos llevará a lo mismo de siempre, ganará A o B, y que no votes a ellos les da exactamente igual mientras cojan el poder. Y nada cambiará. Ya lo hemos visto en elecciones pasadas. Más de lo mismo. Concluyendo, tu ideal está bien, muy bien, pero la realidad es tristemente otra. En fin, difícil tema. Gracias por compartir tus reflexiones y hacernos pensar. Saludos!
Ante todo Jotake y Enric, perdonad el retraso en publicar vuestros comentarios pero hasta hoy no han aparecido notificados.
Hola jotake, había una canción que decía que éramos libres en una jaula y cada día me parece una descripción más real. Somos libres de vivir dentro de unos límites que cada vez son más estrechos y llegará el día en que eso será insostenible. Esa es mi esperanza.
Hola Enric, ya me gustaría tener la solución a ese problema, pero yo añadiría que además de saber a donde queremos llegar, sabemos que es lo que no queremos.
Hola Miazuldemar
Nuestra primera labor debe ser precisamente que ese grupo de personas "malas" sea lo más reducido posible y su influencia la menor posible. Esas personas "malas" se sirven de muchas personas "buenas" para conseguir sus objetivos y es por ahí por donde debemos atacar. Hay que concienciar a la gente de que otra forma de funcionar existe y otros valores deben elevarse por encima del dinero y la codicia.
Por otro lado, participar o no de las elecciones es una opción personal que carece de importancia real puesto que las propias elecciones forman parte del sistema que sustenta a los poderosos. Votemos o no y lo hagamos por quien lo hagamos el poder va a seguir en las mismas manos. Yo prefiero no legitimar su juego con mi voto pero ya te digo que es más una cuestión "moral" (por así decirlo)que otra cosa. En mi opinión intentar derribar un sistema desde dentro sólo lleva a hacerlo más fuerte.
Un saludo.
Españistán y su Justicia. Familia perseguida y acosada desde el año 2001 (¿dónde se escondió la llamada Democracia y el tan cacareado Estado de Derecho?):
http://aims.selfip.org/~zzz_AQ8OVAPXU62DG7YC/doc/cap_0700.htm
Yo, viuda de 79 años que denuncio posible ¿TERRORISMO DE ESTADO?, y mi familia recibimos amenza de muerte desde A Estrada (Pontevedra, Galicia, Spain) de un afiliado/a a las "Juventudes" del PSOE: "suelen cerrar bien durante la noche en casa??... ojala... que un dia alguien te pegue un tiro en la cabeza... y si no... te lo pego yo... matarte y hacerte desaparecer no me seria tan dificil... o que seria si hubiera un medico menos?".
http://aims.selfip.org/spanish_revolution.htm
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